Dicen que madre hay una sola y que nada es mejor que la maternidad, que la vida cambia y ves todo de otra forma. Tú no eres madre, pero sabes que es verdad, porque ansías que así sea tu vida. Solo tú entenderás de qué hablamos.
Los años han pasado y aquellos días en que veías la maternidad como algo "de adultos” quedaron atrás. Ya estás en edad de decidir y lo has hecho: quieres ser madre, pero cada mes esa hermosa esperanza se diluye en los primeros síntomas del periodo. Sí, eso que alegra a tantas, para otras es motivo de profunda pena y soledad. Existen muchas que cada día de las madres reviven su frustración y derraman algunas lágrimas en el secreto de sus baños.
No ser madres es difícil. El mundo, la historia, y hasta la misma Biblia lo muestran como la más obvia consecuencia. Lo vemos en todo cuanto nos rodea, incluso en nuestras mascotas, animales comunes que, sin ninguna muestra de afecto, se reproducen y dan vida a criaturas hermosas. Los amamantan, protegen y enseñan. La dicha ajena sólo nos recuerda cuánto anhelamos vivir la maternidad. Al mirar a quienes ya lo consiguieron, nos preguntamos "¿soy yo el problema?, ¿acaso no merezco ser madre?, ¿soy tan mala persona?, ¿por qué las que no lo quieren lo tienen y yo no?". Y no, no tengo respuesta para ninguna de esas preguntas.
Un tema que a veces es tabú y que no puedes conversar sin que se rían o te miren con lastima. El tema en pareja cansa; siempre terminas con el nudo en la garganta y él mirándote sin saber qué hacer. Me encantaría que ellos supieran que tampoco sabemos qué hacer, que comprendieran que no es fácil conformarse cuando sueñas con llevarlo al jardín, cantarle por las noches o enseñarle a dar gracias a Dios por la familia. Y es que seguramente nadie valora tanto como tú esas pequeñas grandes cosas.
Las amigas no siempre son empáticas. Estás feliz con que sean madres, pero frases como: “no hay cosa mejor que la maternidad”, “yo nací para ser mamá”, “lo entenderás cuando tengas hijos” o “cuando eres mamá no tienes tiempo para ir donde tú vas”, son un verdadero disparo al corazón, y no queda más que dar una sonrisa de: "tienes razón".
Sí, el día de la madre para algunas es bien triste. Tienes derecho a llorar, a tener penita y abrazar a tu gato, perro, marido, peluches, niños ajenos e incluso a alguna amiga. A comerte un chocolate, o un tremendo helado viendo la TV. Nadie debería mirarte raro por hacerlo. Porque mereces aunque sea un pequeño cariñito. Sé que te has esforzado: gimnasia, posiciones, comidas, pastillas, muchas visitas al ginecólogo, calendarios lunares, subida de las mareas, etc; sé que no mereces que te pregunten una y otra vez "¿y cuando la guagüita?". Entiendo la rabia, el dolor e incluso el cansancio, por eso sólo te puedo decir: descansa, confía, no pierdas las ganas.
Quizás para muchas este sueño no será realidad y debamos afrontarlo, viendo otras opciones - como la adopción - y aunque no es lo mismo, los sobrinos ayudan. Pero si aún hay posibilidades, busca apoyo, únete a causas pro fertilidad, conversa con gente que vivió lo mismo que tú y mira esta tormenta como algo que puede dejar destrozos –porque así será- pero que puede dar inicio a nuevas oportunidades.
Desahógate, nadie te mirará extraño. Ten ánimo y recibe un tremendo abrazo de tus amigas de Fucsia.