Vivir en pareja y ser padres no es tarea fácil. Nadie lleva consigo un manual de cómo criar y cuidar a nuestros hijos. Muchas veces esto se convierte en todo un problema para la relación, al no estar de acuerdo en algunas normas, reglas del hogar y convivencia.
Culturalmente, las mujeres somos las encargadas de consentir a los niños, pero también las que establecemos reglas y castigamos cuando es necesario. Por el contrario, los hombres suelen molestarse en un comienzo y luego terminan olvidando el incidente y respectiva sanción. Es allí donde comienza la batalla campal: cuando nosotras decimos negro y ellos blanco y los pequeños, siempre astutos, terminan aferrándose a sus progenitores.
El problema aquí no son las travesuras, rabietas y malos comportamientos de nuestros hijos, sino lo permisivo que resulta ser él cuando de permisos y orden se trata. Esta situación no sólo nos afecta a nivel de relación amorosa - considerando las mil y un discusiones que se pueden dar en torno al tema - sino que también perjudica la percepción que tienen los niños respecto a la autoridad de sus padres.
Los menores obviamente se abanderizarán por el papá más permisivo, no validando en lo absoluto las órdenes o tareas designadas por la madre. Por ello es tan importante que nos detengamos a conversar, estableciendo juntos las reglas antes de comunicárselas a los niños. Debemos evitar a toda costa que ellos perciban nuestra labor por separado, y por el contrario, reforzar el trabajo en equipo y el todo llamado “familia”.
Antes de otorgar un permiso o levantar un castigo, siéntate con tu pareja y dialoguen sobre el tema. Si plantean juntos sus argumentos, podrán llegar a un acuerdo y sin duda será lo mejor para su hogar y ustedes mismos. Aprendiendo a validar las funciones del otro frente a los niños, crecerán aún más en su labor de padres. Ya que ¡los niños siempre deben percibir que ambos tienen la misma autoridad frente a ellos!
Y tú, ¿cómo mejoraste esta actitud de tu pareja?