Una de mis mejores amigas organizó una gran fiesta de cumpleaños con motivo de sus 30 años. Lo hizo con el deseo de ser la gran protagonista en el grupo de amigas, porque de un tiempo a esta parte, tiene la sensación de ser espectadora de las celebraciones de las demás. Mi amiga siente que las reuniones de despedida de soltera, las bodas, las fiestas de baby shower y demás eventos personales, nos hacen perder de vista que su vida también es importante y a pesar de no tener pareja, ella también tiene muchas cosas bellas que celebrar: fiestas de cumpleaños, éxitos profesionales y sueños cumplidos. Como bien nos recordó, ella es protagonista de una vida muy bonita.
Es por eso que nos reunió a todas con motivo de su 30° cumpleaños y puso un requisito especial para aquella cena entre amigas: estaba prohibido hablar de parejas y bebés. Aquella petición - que no fue comprendida por algunas de nosotras en primer momento -, fue muy aplaudida al final de la noche, cuando todas las amigas recordamos lo importante que es tener un espacio para nosotras mismas y celebrar la amistad con la misma intensidad que el amor. Aquel cumpleaños será siempre especial para nosotras, puesto que revivimos anécdotas de la niñez y nos alegramos por ver cómo, a pesar de que el tiempo pasa con un ritmo inevitable, nuestra amistad permanece y evoluciona con cada experiencia compartida.
Saber elegir a una amiga es muy importante, ya que nunca deberíamos olvidar que en nuestra vida puede haber una gran historia de amor, sin embargo, lo que nunca debe faltar es la presencia de la amistad incondicional. Y mi amiga soltera se sintió la persona más feliz del mundo cuando en su 30 cumpleaños, sin haber encontrado a su príncipe azul, sopló las velas de su torta rodeada del cariño de seis amigas que le han acompañado en momentos muy especiales. Esto, aunque durante los últimos años, ella se había sentido un poco en segundo plano, al más puro estilo Bridget Jones.
Las obligaciones del día a día y el estrés del trabajo, no nos dejan tanto tiempo como en la adolescencia para quedar con nuestro grupo de amigas. Sin embargo, aquella cena de cumpleaños me ha recordado que siempre debemos alimentar a nuestra niña interior con risas e ilusiones. Ustedes, ¿qué opinan?.