Objetivamente, soy una mujer sensible. Las emociones me dominan y tiendo a tomarme todo muy a pecho. Intento no hacerlo, claro está. Y es que ir por la vida tomándonos todo de manera tan personal no nos hace nada de bien: el más inofensivo comentario nos llega como una puñalada en el corazón, y podemos estar horas rabiando o llorando.
Y aunque me encuentro trabajando en el asunto, la realidad es que me cuesta un mundo. ¡Y es que llevo muchos años siendo de la misma forma! No creas que me estoy justificando (aunque quizás sí, un poquito), pero todo se nos hace mucho más fácil cuando contamos con una mano solidaria que nos ayuda en el camino.
¿Te hablé alguna vez de esa amiga mía, aquella que siempre me tranquiliza en mis peores momentos? Cuando me siento angustiada, triste y completamente sola, ella es mi cable a tierra. Cuando todo el mundo parece venirse encima, ella abre mis ojos y me hace ver que todo estará bien. Y es que para mí todo parece terrible, pero para ella todo es muy simple. ¡Qué maravilla poder contar con su amistad!
Una de las mejores cosas que te puede pasar es tener una amiga de este tipo. Aquella que te jala cuando te encuentras volando lejos por las nubes. Soñar por un rato está bien, pero cuando nos pasamos horas imaginando cosas que quizás nunca ocurrirán, necesitamos que alguien nos traiga de vuelta a la realidad.
Si eres como yo, más sentimiento que persona, entonces aférrate a esa amiga que es tu cable a tierra. Cuídala y no la dejes ir. Agradécele todos los días por estar a tu lado, y por haber evitado tantos desastres en tu vida debido a tu enorme impulsividad. ¡Gracias querida amiga!
Y tú, ¿tienes tu cable a tierra?