Si hay algo terrible en esta vida, es tener pena. Podemos tener un millón de razones por las cuales sentirnos tristes y quizás la mayoría tengan solución, pero eso no quita el hecho de sentirnos mal. En mi caso, soy una persona bastante sensible y susceptible, por lo que me deprimo súper fácil. Algunas mujeres eligen fumarse un cigarro, otras comer como enfermas, algunas hacer ejercicios o correr, y un grupo que opta por todas las anteriores. Pero lo que a mí no me falla, es cuando alguien me hace reír.
Quiero poner énfasis en que soy bien llorona. No sé expresar mis sentimientos de otra forma, por lo que lloro cuando me siento triste o frustrada y eso me despeja un poco, pero no siempre me hace sentir mejor. Y ahí es cuando entran mis primas o amigos, intentando subirme el ánimo con sus chistes (que no son tan graciosos como ellos creen - ¡sorry! -, pero me hacen reír igual) y la sensación es tan buena, que dejo mi pena atrás. ¡Incluso hay veces que olvido por qué tenía pena en primer lugar!. Me siento agradecida con ellos por poner una sonrisa en mi rostro, que es totalmente sincera y así me doy cuenta de quién quiero que me rodee. Sólo quiero darle un consejo a toda esa gente que nos hace sentir mejor con sus historias ridículas y chistes tontos: ¡amplíen el repertorio por favor! ¡Gracias!