Es muy común que los hombres, a la hora de conquistarnos, se pasen un poco con el “blablá”. Si lo hacen a propósito o no, no te lo puedo decir con seguridad. Lo que sí es seguro es que mis ojos no son “los más lindos del universo”, estoy convencida de que sí habían conocido “una mujer tan maravillosa como yo” y no, no creo que ya “se esté enamorando”.
¿Te das cuenta de lo obvio de estas exageraciones? El problema es que hay días en que necesitamos mucho afecto y atención, y se nos olvida que nuestro pretendiente domina a la perfección el arte del “blablá”. Nos promete la luna y las estrellas, y nosotras caemos redonditas. ¡Le creemos todos sus cuentos!
Sabemos que somos especiales, pero llegamos a pensar (por un momento) que alguien más por fin lo ha notado. Y entonces nos dejamos llevar. Pero más temprano que tarde, el hombre que pensamos estaba loco por nosotras, se va. Así es: desaparece. Las promesas quedan flotando en el aire y nuestro corazoncito queda más enamorado que nunca. ¿Qué pasó con todas esas palabras lindas que nos dedicó ayer?
Léeme bien, querida amiga, cuando te digo que los hombres no se dan cuenta hasta qué punto están exagerando (o quizás sí, pero les quiero dar el beneficio de la duda). La conquista es algo emocionante y son capaces de muchas cosas para conseguir el trofeo. Las palabras salen por sí solas y mañana ni se acuerdan de lo que dijeron.
Pero para ti y para mí las palabras son cosa seria. Las promesas son promesas y se cumplen. Y si me dices que me amas, es porque de verdad lo sientes. ¿Qué podemos hacer para evitar caer en el hechizo de las lindas pero vacías palabras de amor? Pues muy fácil: el mejor antídoto para escaparnos de las garras del lobo es observar lo que hace, ¡y no creer ni una pizca de lo que dice!
Observa cómo te mira y cómo te trata. ¿Te busca? ¿Te habla seguido? ¿Es atento contigo? ¿Hace hasta lo imposible para poder verte? Entonces sí, las palabras de ese hombre son sinceras. Pero si un “quiero verte” es seguido por un “no tengo tiempo hasta el próximo año” entonces, querida amiga, esas son vacías palabras de amor. ¡No creas ninguna!
Y tú, ¿qué opinas?