Tenemos un ritmo de vida agitado: andamos de un lado a otro con tiempos reducidos y además, nos pesan los problemas personales. Cada día se hace más complicado salir "impecable" del hogar, ya que estamos en un constante estado de caos y las preocupaciones tienden a nublar nuestra imagen femenina tanto en el estado físico, como psicológico. Aquí tienes algunos ejemplos de esta experiencia y cómo sobrellevar esta etapa..
Primero, hago mi "mea culpa": sé que a pesar de los deberes, debo tener como derecho prioritario un tiempo para mí. Sin embargo, en una etapa de mi vida se me hacía muy complejo, porque iba de reunión en reunión y nunca aprendí la técnica de antaño sobre "cómo maquillarse en vehículos en movimiento". Solía levantarme al filo del retraso, después de quedarme un "ratito más" en cama; iba a la ducha y salía con el pelo mojado sin cepillar (aunque se me enredara terrible después). Ah, se me olvidaba: sólo me alcanzaba a delinear los ojos y un poco de labial, ni hablar de aplicar sombras o base.
Así llegaba al trabajo y debía sobrevivir con mi apariencia hasta finales del día y si tenía suerte, en una ida al baño alcanzaba a maquillarme un poco más. Lo que nunca noté, es que fuera de descuidar mi imagen, también pasé a segundo plano las emociones. Estaba mucho más fría, olvidé mi carácter cariñoso y mi pareja soportaba mi mal humor. Luego de una fuerte discusión, recién pudimos conversar en profundidad. El estrés me estaba consumiendo la vida en carne y espíritu. Pensé: ¿estaría dispuesta a dejar todo por mi trabajo?
Obviamente, mi respuesta fue no. Me autoimpuse un "pare" y empecé a organizar mi desordenada rutina. Pedí disculpas y entendí, finalmente, que nos podemos nublar y al igual los caballos, sólo mirar hacia adelante sin pensar en el entorno. No quería perder a mi familia y menos perjudicar mi femineidad. Soy una chica normal, con sus encantos y defectos, pero mi belleza externa e interna no estaba siendo reflejada. La sonrisa es fundamental, nos da un resplandor natural y nos nutre el alma, así que la incluí en mi día a día.
En definitiva, cambié mi actitud en 180 grados. Me levanté más temprano, me exigí sólo lo normal y descansé las ocho horas correspondientes. Además, me hice un espacio para salir con mis amigos y compartir el día con mi pareja. Sin lugar a dudas, fue la mejor terapia y la especialista fui yo, ¿qué mejor? No permitas que factores externos te abrumen anulándote como persona. Recuerda que primero es tu sanidad mental y luego el ingreso económico.
¿Has vivido una situación similar? Te invito a comentar tus métodos antiestrés.