Al igual que la mayoría de las mujeres, amo los zapatos. Por esta razón trato de seguir las tendencias del año, pero sin perder mi estilo. Sin embargo - y ya que todos los días tengo que ir a la universidad, aguantando de pie el trayecto de más de una hora - uso más zapatillas. Pero eso no quiere decir que las tillas me gusten más, por lo que al llegar el fin de semana, me desprendo de ellas para entrar en mis zapatos favoritos. Y como soy bastante baja, intento usar tacones aunque muchas veces no me sea fácil. Por más que trato de caminar bien, termino caminando como Bambi bebé.
Y ahí estaba yo, preparándome para una salida nocturna con mis amigas. Me puse mi mejor tenida junto a unos tacos bastante altos, pero extrañamente cómodos. Me veía regia según mis amigas, pero más importante, me sentía así. Llegamos a la disco, bailé bastante rato antes de que me dolieran los pies. En un momento, una de mis partners me dijo que fuéramos por una cerveza bebida, así que nos acercamos a la barra. Volviendo con botella en mano, no me dí cuenta que había un desnivel. Le agradezco a Dios, al destino y la vida en general que no me caí, aunque igual me sentí humillada porque la gente me vio y sonrió de manera disimulada (según ellos, porque igual los vi). Peor me sentí cuando me di cuenta que ¡¡¡se me había roto el taco!!!. Por lo que me tuve que ir a sentar y por un momento se me acabó la fiesta.
A los minutos llegué a la conclusión de que un zapato no podía superar la entretenida noche que estaba teniendo, así que tomé el taco que aún me quedaba y lo rompí. No me importó nada. Además, como el diseño de la parte superior era lindo, pasó desapercibido para los demás el hecho que algún día fueron altos. Lo malo, aparte de perder los zapatos, es que volví a ser la más chiquitita entre mis amigas. Pero seguía siendo estupenda y mantuve mi dignidad semi intacta. Ahora, queridas lectoras, ¿les pasó alguna vez? ¿Que hicieron?.