Como todos sabemos, la rutina lo puede matar todo. Y en este caso, las relaciones pueden ser fuertemente alteradas por las situaciones que se nos presentan día a día. Nuestras prioridades, aunque uno no quiera, comienzan a cambiar con el paso del tiempo. Por ejemplo: dormir más temprano, comer a ciertas horas y dejar de hacer otras cosas que tal vez fueron importantes al comienzo de la relación. El trabajo puede que nos cambie por completo, dejando de lado aspectos esenciales dentro de nuestras vidas,
Ya insertos dentro del círculo vicioso de la monotonía como pareja, nos empezamos a cuestionar todo y a alejarnos a pequeños pasos, guardando ciertas conversaciones para después, debido a la pequeña desconexión que crece cada día. Y es eso de lo que quiero hablar...de cómo logramos romper aquella barrera...
En el último mes, he estado bastante preocupado por el trabajo. No he dormido muy bien y no he sido tan atento con mi pareja como lo fui en un principio, descuidando la comunicación. Ella, por su lado, aceptaba mis pequeñas despreocupaciones, y todo comenzaba a desvanecerse.
Un sábado por la tarde nos juntamos a cocinar, antes de ir al cumpleaños de una amiga que no veía hace mucho tiempo. Empezamos súper: ella hacía la mezcla para unos brownies, yo lavaba y preparaba los materiales. Nos reímos, hablamos, pero de temas banales. Llegado el momento de irnos, todo parecía ir bien.
Una vez en el cumpleaños, nos comenzamos a alejar, la conversación fue casi nula. Nos mirábamos de reojo, pero nada pasaba. Parecíamos extraños. Y con ese pensamiento, tomé la iniciativa. Le pregunté sobre cosas nuevas, y yo le conté sobre cosas que ella no sabía. Con eso, la cercanía subió de a poco. Ya para ese momento, la cumpleañera se había marchado, y la gente que acudió al evento disminuía. A todo esto, la pareja de amigos con la que salimos habitualmente no estaba. Ellos nos ayudan un poco a amenizar el ambiente, cuando estamos con nuestras cabezas en las nubes.
Llegada la hora de marcharse, el frío nos ayudó un poco. La abracé de camino al taxi. Y de camino al departamento, empezamos a subir el tono de la conversación. Con cada cuadra que el auto avanzaba, ya queríamos bajarnos. No nos aguantábamos las ganas. Nos bajamos antes de tiempo para no poner incómodo al taxista, y comenzamos el trayecto hacia la entrada del condominio. Con nadie en los alrededores y un frío brusco, era difícil no acercarnos más, y fue donde apuramos el paso. Casi corriendo a la entrada, logramos pasar la caseta del conserje, pero todavía quedaba recorrido. En ese momento, no aguantamos más. Ya casi de madrugada, en un pasillo al aire libre y sin cámaras (espero), nos dejamos llevar, entre los arbustos y la escalera que aparecía por el camino.
De ahí continuamos en varias locaciones dentro del departamento, pero eso es para otra historia.
No dejes que la rutina dañe lo que más quieres. No tengas miedo y da el paso para descubrir nuevas forma de conexión. Es ahí donde podremos descubrir momentos que persistirán para siempre.