De lunes a viernes voy al gimnasio a sudar la gota gorda para obtener el cuerpo que quiero. No es sólo una cuestión de físico, sino también de salud, pero vamos, no nos engañemos: ¿quién no quiere un cuerpazo como el de un ángel de Victoria's Secret? Pero allí está, ahí viene la parte difícil: la dieta. Dicen los expertos que para ver resultados es 30% ejercicio y 70% la alimentación. Así que vamos, hay que ponerle empeño, pero ¿en qué mundo se supone que dejaría de lado una hamburguesa con papas por comerme una ensalada? ¡De locos! Sin embargo, mi problema se intensifica más en la parte donde debo dejar los postres de lado.
Desde pequeña tengo mucho amor por los dulces, necesito mi postre luego de cada comida. Es algo que no puedo controlar, una voz dentro de mí me pide mi dosis de azúcar para ser feliz durante el día. Dato curioso: está probado que el chocolate estimula la producción de endorfinas en el cuerpo, lo cual nos provoca felicidad, y también aumenta los niveles de serotonina en el cerebro, lo cual actúa en el cuerpo como antidepresivo. ¿Cómo me puedo privar de consumir chocolate estando a dieta? ¡Yo sólo quiero ser feliz!
Aunque sea muy difícil, es importante tener una buena alimentación. Mis amados postres tendrán que esperar, y si bien no los eliminaré por completo de mi dieta, debo aprender a moderarlos. No sólo por el aspecto físico, sino también por mi salud. Eso sí, nada de saltarse comidas ni dietas extremas ni muy descabelladas, todo balanceado. Sé que mientras me acostumbro a no comer postre cada 3 horas, mi cuerpo me lo agradecerá. Existen alternativas más saludables que un trozo de pastel de chocolate o un cono de helado, ¿pero de verdad una manzana verde sabe igual de bien? Pues tendré que averiguarlo.