¿Te ha pasado que un día, sin razón
aparente, sientes que odias al mundo? Simplemente abriste los ojos en la mañana
y ahí estaba: la rabia, el enojo y el hastío. Todo te molesta, incluso un “buenos
días”. No quieres hablar con nadie, y mucho menos que te hablen. Y lo peor de
todo es que sueles desquitarte con quienes más quieres. Sabes que está mal,
pero no lo puedes evitar.
Lo primero que te quiero decir es que te entiendo, yo también he pasado por lo mismo. De hecho, ¡me sigue pasando! Trato mal a todo el mundo porque el odio que siento es muy grande. Todo me parece injusto, y lanzo unos comentarios “ácidos” que ni te imaginas. Busco la pelea igual que un borracho en un bar y, cuando me dejan sola “para que se me pase”, mi enojo aumenta aún más.
¿Qué problemas emocionales se esconden tras ese odio universal que sentimos a veces? Primero, nada terrible. No estás “loca” ni “enferma”, ni tampoco tienes que “hacerte ver” (aunque lo psicólogos siempre son una buena idea). El problema es que nadie te enseñó a manejar de buena manera tus emociones, a escucharlas y darles el espacio que merecen.
Verás, siempre que alguien me pregunta porqué de pronto explota o llora sin razón, me gusta darle el ejemplo del “cajón lleno”. Imagina que tienes un pequeño cajón en el cual vas guardando toda tu ropa. Sabes que no cabe más, pero aun así la metes a la fuerza. Más pronto que tarde el cajón explota, y toda la ropa se sale. Lo mismo pasa con nuestras emociones no-tan-agradables: si no las resolvemos en el momento, y las vamos guardando y guardando, explotamos.
Suena bastante lógico, ¿verdad? Entonces, ¿por qué lo seguimos haciendo? Nuevamente, el problema es que pusiste una sonrisa cuando en verdad estabas enfadada, o reíste a carcajadas cuando lo único que querías era llorar. Estuviste toda la semana “poniendo buena cara”, porque eso se supone que es lo que debes hacer. Y un día, de pronto, ya no puedes más. ¡Y todo ese enojo acumulado sale a borbotones!
La próxima vez que sientas una emoción no-tan-agradable, como enojo o tristeza, date un momento para reconocerla y aceptarla. Sé que no te gusta “sentirte mal”, pero es parte natural de la vida. Cuando te permites sentir tus emociones tal como son, entonces pueden seguir su camino. ¡Y te sentirás mucho, mucho mejor!