Al leer el título de este artículo, seguro imaginas a 3 mujeres diferentes. En ocasiones, estos roles pueden ser desarrollados por la misma persona, sin darnos cuenta. Estando en la soltería es que nos percatamos de estas facetas nuestras, e idealizamos cómo queremos ser en nuestra próxima relación. Acá describo la forma de actuar típica de las mujeres en cada uno de estos estados. Es importante mencionar que no es una condición sine qua non, pero sí mayoritaria.
La Novia. Calmada y comprensiva
Durante la etapa del noviazgo, la mayoría de las mujeres asumimos un comportamiento comprensivo y calmado. En ocasiones ocultamos lo que nos molesta, con el fin de no desencantar a nuestra pareja: entendemos, escuchamos y evitamos a toda costa tener grandes discusiones. En relación al aspecto físico, cuidamos cada detalle y nos destacamos en cada salida. Hacemos lo posible por siempre estar arregladas y ser muy deseadas por nuestro hombre.
La Esposa. La nueva realidad
Es muy común, escuchar en la narrativa de los hombres la frase "Después que nos casamos, se convirtió". Es acá donde sufrimos una especie de metamorfosis en la cual esa mujer calmada y relajada empieza a discutir y elevar la voz. Es totalmente legítimo, ya que la convivencia no es en absoluto parecida al noviazgo, en donde todo parece ser color rosa. Otro elemento que agrava el matrimonio es el aspecto físico. sea por las tareas del hogar - y en ocasiones, los niños -, aunado a la confianza que aporta el matrimonio, las mujeres parecen olvidar el interés de gustarle al esposo. El estrés termina por bloquear la vanidad.
La Otra. Complaciente y descomplicada.
Ésta es la "mujer malvada", la que la sociedad condena, quien con su virtud complaciente y su forma de ser descomplicada, encanta al hombre casado, que suele sentir que en su matrimonio "se ha apagado la llama" y desea experimentar nuevas sensaciones. Aquí es donde aparece este prototipo de mujer, que siempre está finamente arreglada y estimula los sentimientos masculinos, siempre dispuesta a tener sexo de las más variadas formas. Ella nunca se complica, sino que más bien saca a este hombre de su rutina agobiante.
Ahora, examinando los comportamientos comunes de las mujeres en sus distintas facetas, entendemos por qué es tan común la infidelidad dentro del matrimonio. Pero, lejos de desalentarlas, queremos analizar cuál es la clave para romper paradigmas y estar preparadas para nuestras próximas relaciones.
Uno de los aspectos más importantes a considerar es ser auténtica. Cualquiera que sea la historia que vivamos, no es necesario disfrazarnos de algo que no somos por complacer a un hombre. Si nos mostramos tal cual somos, no tendremos cambios dramáticos durante el matrimonio. Adicionalmente, debemos tener claro que en toda relación de pareja es importante mantener la chispa encendida. Debemos ser una mezcla de estos tres comportamientos, en porciones iguales, de manera tal que sepamos tratar los problemas que surgen día a día. La preocupación por el aspecto personal siempre debe ser importante, y de vez en cuando, démonos licencia de olvidarlo todo para entregarnos a una pasión desbordante, que nos permita innovar y mantener el interés en todos los sentidos.
Es por estas razones que la soltería es un espacio para el aprendizaje de nuestras próximas relaciones. La consigna es conocernos, saber lo que queremos y marcar nuestros límites desde el principio; sólo así podremos disfrutar de una relación plena.