Siempre me he considerado una buena amiga. Tengo paciencia para escuchar e intento ayudar cuando me necesitan. Aunque no soy tan cariñosa, mis amigas confían en mí y muchas veces, cuando conozco a alguien nuevo, logro que se abran conmigo y me cuenten sus cosas a minutos de conocernos. Sin embargo, también me he equivocado, y me cuesta mucho perdonarme.
Una de mis partners es mejor amiga que yo. Tiene sus cosas, como todo el mundo, pero jamás ha dejado de estar cuando la he necesitado. Una vez estuve muy enferma durante harto tiempo, en una condición que me mantuvo prácticamente postrada durante un par de meses, y ella jamás se separó de mí. Cuando caí en la clínica para operarme, casi la tuvieron que echar de ahí. Le agradecí mucho el gesto y sin duda eso fortaleció nuestra amistad, que ya era muy sólida. Pero al poco tiempo, y cuando yo ya me encontraba en perfecto estado, ella pasó por un momento difícil de describir, porque ni ella sabía lo que le pasaba. A episodios anteriores de su vida - como la muerte de uno de sus mejores amigos, que había sucedido un año antes - se le sumaron dolores corporales sin razón aparente, una crisis existencial y otros traumas anteriores, que le borraron su sonrisa y la convirtieron en una persona difícil de llevar. Somos fieles representantes de nuestros signos zodiacales, yo Acuariana, fría y racional, y ella Cáncer, absolutamente emocional, por lo que pensé que estaba exagerando y que se le iba a pasar.
No es que la haya abandonado, pero ella lo sintió así. Vivíamos muy cerca: podía irme caminando a su casa, pero muchas veces, al no saber como consolarla, preferí evitarla, pensando que quizás necesitaba estar sola, porque esa era (y es) mi fórmula cuando estoy mal. Yo me aíslo, no me gusta que me vean llorar, me carga contar mis problemas. Pero ella necesitaba mi apoyo y no supe entenderlo. Cuando ya estuvo mejor, me lo hizo saber, y comprendí. Tenía razón, debí estar más con ella, porque ella lo necesitaba y punto. Requiere tiempo y humildad asumir que uno ha fallado, entender el punto de vista y las necesidades del otro. Cada mente es un mundo.
Mi reflexión es: debemos mirar más allá de nuestros ombligos. Si veinte veces tu amiga quiere estar contigo, si está mañosa sin motivo aparente, si se enoja por nada, entiéndela, acompáñala, escúchala, no la abandones. Y pide perdón si has fallado, una disculpa desde el corazón vale igual, somos seres humanos y podemos equivocarnos. Lo importante es recapacitar sobre nuestras acciones, y convertirnos en mejores personas. Mi amiga es fuera de serie, y haré todo lo posible por no volver a fallarle, ni a ella ni a nadie de los que amo.