Desde chica siempre he tenido fijación por la ropa. Soy trapera, me gusta tener mucho de todo, y dentro de lo que me gusta, tengo especial tendencia a elegir prendas y accesorios poco convencionales. Sin embargo, cuando me ha gustado alguien o he pololeado, nunca me he fijado mucho en su estilo. Casi siempre han sido hombres que se visten muy tradicionales. Mi pareja actual es así, medio al lote para vestirse, y sobrio. No es que me importe, pero cuando le sugiero alguna prenda que me gustaría que usara, me dice que jamás se pondría "algo así", como si le estuviese mostrando algo horrendo. De la misma forma, a veces sale con pintas que realmente asustan, pero por suerte se lo hago saber y me hace caso.
Tenemos gustos distintos, no cabe duda. Pero como yo no tengo mucho filtro - y menos con mi pololo - simplemente le digo cuando algo le queda mal. Hay confianza entre nosotros, y habiéndola, no creo que se requieran tácticas para decirle que una camisa no combina o que unas zapatillas están muy gastadas como para usarlas en X ocasiones. A veces, como broma me dice que lo quiero ver de "frac", pero acostumbra considerar mis consejos en cuanto a cómo mezclar tonos y prendas. Sin embargo, cuando se trata de ir a comprar, siempre que intento "despeinarlo" un poco con alguna camisa floreada o unos lindos mocasines, me los rechaza. No hay caso.
Con la ropa la cosa es fácil, pero cuando se hace un corte de pelo diferente, o se afeita o deja barba, la cosa ya es más complicada, porque son cambios difíciles de revertir. Si se corta el pelo y no le queda tan bien, espero un par de semanas para decirle que ese no es el look que mejor le favorece. Pero pasó que una vez que se afeitó toda su barba, no tuve tanto tino y le dije de inmediato que me cargaba y que la quería de vuelta. No siempre se puede aplicar la psicología.
Lo que sí, considero importante tener en cuenta que no debemos pretender cambiar a nuestras parejas. Esto en todo orden de cosas, pero llevándolo específicamente al tema de la apariencia, mi consejo es que no pretendamos disfrazarlos de algo que a ellos no les gusta; tarde o temprano terminarán resintiéndolo. Si algo de su look les molesta, háganselo ver con sutileza, con argumentos de peso, y sobre todo con cariño. ¡Pero ojo!: también con paciencia y sin demasiadas expectativas. No olvidemos que los conocimos así y - probablemente - no será tarea fácil.