Desde que tengo memoria, las demás personas me definen como una “chica piolita”: tranquila, más bien callada y muy estudiosa. Nunca me gustó mucho hablar con desconocidos, ni estar en reuniones familiares que involucraran demasiadas personas. ¡Era de esas pequeñas que corría a esconderse bajo su cama cuando llegaban visitas a la casa!
Mi forma de ser se mantuvo más o menos igual durante la escuela. Recuerdo que tenía algo así como una o dos amigas con las que jugaba, y poco a poco empecé a notar la diferencia entre las niñas “con más personalidad” y yo: ellas no temían en expresar lo que pensaban, eran más confrontacionales y muy desordenadas en la sala de clases.
Pero a pesar de la idea que estés formando en este momento, tenía dentro de mí un lado muy rebelde: de hecho, era una niña de personalidad muy fuerte. Este carácter se mostraba sobretodo con mi familia, pero por alguna razón no lograba sacarlo con mis compañeras. De hecho, salí del colegio mostrando el mismo lado tierno y complaciente de siempre. Y eso me molestaba.
¡Todo el mundo me veía como una niña buena! La de las excelentes notas, la tímida que nunca sale a fiestas. Sin darme cuenta, sus opiniones me habían encasillado dentro de las “niñas bien”, y cualquier cosa que dijera o hiciera fuera de esta categoría generaba gran rechazo y revuelo: “nunca esperé algo así de ti”. Dejé que los demás me definieran, y no hice nada al respecto… hasta que entré a la universidad.
Para mí, la universidad fue una liberación total. Sin personas que me conocieran, y sin opiniones que me definieran, podía ser (literalmente) quien yo escogiera. Lo estudiosa no me lo quitó nadie, pero descubrí poco a poco lo que era vivir la vida sin restricciones ni expectativas impuestas por los demás. ¿Y qué si salía de fiesta? ¿Y qué si me saltaba algunas clases? ¿Y qué si me hacía un tatuaje?
Sé que suena a rebeldía adolescente, pero también sé que entiendes mi punto. Quizás los demás opinan que eres muy callada, o lenta, o superficial, o promiscua. Que nada de eso pese para ti. Lo que otros opinen de ti no tiene porqué definirte. Lo único que debería definirte en esta vida es la persona que tú misma escojas ser.
Y tú, ¿quién escoges ser hoy?