“Personas firmes y flexibles para el mundo de hoy”, es el pie de la interesante obra que Trini Ried presenta en el mundo literario. La autora, de vasta trayectoria y con más de 45 libros a su haber, nos trae una necesaria reflexión para abordar los distintos roles de nuestra vida, como seres únicos, pensantes, sanos y felices. En Fucsia conversamos con esta simpática periodista - quien también es vice rectora del Colegio Santa Cruz de Chicureo - respecto de "La Filosofía del Bambú", un libro que cambiará la forma en que enfrentas tus dilemas cotidianos. A continuación, compartimos contigo la transcripción de este ameno intercambio:
Trini: desde la portada en adelante, tu libro se muestra como un espejo ante el lector. Podríamos decir que es él quien te lee a ti. En él, comienzas planteándonos el concepto de hombre masa, que revela cómo nos hemos “escondido” tras la opinión del grupo, asumiendo decisiones ajenas y evitando la responsabilidad de las consecuencias. Nos desafías diciéndonos: “o sigues engañándote en la corriente masiva o te arriesgas a vivir en verdad”. ¿Cómo reconocer que nos estamos dejando llevar? ¿Nosotros nos engañamos o es la sociedad quien lo hace?
Básicamente, el reconocimiento tiene que ver con hacerse cargo de los ruidos internos o las “indigestiones psíquicas”, que nos dan señales evidentes de que la vida que estamos llevando no nos llena del todo. Puede que estemos muy ocupados - entretenidos, incluso - pero hay un momento, en la soledad de nuestra almohada, en que sabemos que nos falta algo más grande y profundo, que le dé propósito a nuestra existencia. El engaño muchas veces se hace evidente en nuestro cuerpo, que comienza a sufrir dolencias y/o enfermedades que reflejan que algo en el interior no está fluyendo como debiera. Así también, si estamos un poco más despiertos, comenzamos a sentir cierta soledad aún cuando estemos rodeados de gente. Las conversaciones no nos parecen del todo significativas y esa “soledumbre” nos puede llevar a distintas formas de expresión. Hay quienes reniegan de la sociedad y se ponen en la vereda del frente a “quejarse”, criticándolo todo con amargura y desesperanza; hay también quienes evaden esta insatisfacción con más ocupaciones o “conexiones”, que sólo ahondan su soledad y están aquellos que comienzan a cuestionarse y a buscar salidas para despertar.
La sociedad y nosotros somos cómplices en el comportamiento que elegimos, y claro que tenemos ambos la responsabilidad de qué hacer con nuestras vidas. En la medida que cada uno despierte, deje de vivir “engañado” por una pseudo felicidad y salga de la masa, permitirá también que la sociedad –entendida como la suma de individuos- comience a crecer y a ser un todo más fecundo y nutritivo. La sociedad del rendimiento y del consumo existen; también la de la masa y la del individualismo, pero junto con ellas existe también una sociedad solidaria, que busca en esencia la felicidad, la equidad y la libertad interior.
En el libro mencionas lo lejos que estamos de nosotros mismos. Constantemente buscamos el ruido, estar conectados a teléfonos, etc. Le tememos al silencio. ¿Es a eso o a lo que hay en nuestra mente? ¿De qué nos perdemos al no escucharnos?
El ser humano es una compleja suma de percepciones físicas, emociones, pensamientos y mociones espirituales que giran y se interrelacionan a una velocidad vertiginosa, con un misterio insondable. En cada uno de nosotros hay una vocación primera y última de amar y ser amados. En esa búsqueda, inconsciente o conscientemente, vamos construyendo una identidad muy compleja con luces y sombras. Somos humanos, no somos santos ni demonios y justamente el silenciarnos nos permite al menos recibir intuiciones de nuestra complejidad y profundidad. No siempre lo que vamos a encontrar dentro de nosotros va a ser fácil de procesar: hay autoestima dañada, heridas que aún sangran y un ego que busca a toda fuerza dominar la situación. Para ganar la vida hay que perderla, dice el Evangelio, y justamente al morir a nuestro anhelo de perfección o de ser el centro del universo, hay un dolor al que todos tratamos de obviar. Sin embargo, lo paradójico de esto es que al no conectarnos con nosotros mismos, nos estamos perdiendo de la mejor parte de existir. Al poder realizar el viaje hacia el desierto interno y salir de él, podemos por primera vez comenzar a degustar la libertad y la paz interior que todos anhelamos. Por primera vez respiramos satisfechos de quiénes somos, nos aceptamos, valoramos, nos queremos y sólo desde esa certeza nos comenzamos a relacionar con los demás con gratuidad y autenticidad. Los demás dejan de ser una potencial amenaza o un bien a manipular para mi propio reconocimiento. Se convierten en otros legítimos, que deciden caminar junto a ti en el maravilloso sendero de la vida. La verdad, al no escucharnos, nos estamos perdiendo LA oportunidad de vivir conforme a lo que somos, floreciendo en plenitud y belleza total. Para peor, le estamos restando a los demás el aporte que vinimos a dar al existir y respirar. ¡Tremenda pérdida! ¿O no?
“Todos deberíamos contar con una comunidad y lugar definidos”. Esto es algo que se ve cada vez menos en la juventud: nos hacemos independientes y muchas veces no encontramos nuestro “sitio en el mundo” ¿Dónde iniciar la búsqueda?
La búsqueda –sobre todo en la juventud- tiene que hacerse hacia el interior. Contrastar y ser valientes para procesar la familia de origen, el contexto social y cultural, con nuestra única forma de ver el mundo e ir tomando las decisiones acorde a la madurez y consolidación de esos principios fundamentales. Para eso es muy importante en esta etapa discernir cuáles son nuestros ideales, quiénes los representan mejor y adherir a ellos desde la propia subjetividad, con toda la pasión y convicción de la juventud. El hogar está dentro de cada uno y a medida que vamos creciendo, le podemos ir abriendo cada vez más ventanas y puertas para que crezca y se haga más lindo. O de frentón, tapiarlo y comenzar el peregrinar errante del hombre en búsqueda de su lugar fuera de sí.
Planteas que este libro es adecuado para todo lector, pero tengo la impresión de que es más fácil avanzar desde una mirada que involucre a la religión. ¿Cómo ayuda la fe en este proceso?
Este libro efectivamente está hecho para toda persona con interés en buscar. Desde ahí es correcta tu inquietud, ya que implica una fe en el hombre como persona y su trascendencia. Fe es creer en algo más más grande que nuestra propia realidad visible; fe es creer que existimos por un propósito y que poseemos una esencia única, digna de ser cuidada y valorada; fe es saber que en este camino de existir nunca vamos solos; hay otros seres - visibles o invisibles - que buscan nuestro desarrollo y crecimiento. Fe también es confiar en un “tú” grande e insondable, que te ama, te protege y te provee. Desde ahí que la fe, en Dios específicamente, es un tremendo regalo que constituye el primer vínculo fundamental del hombre. El vínculo con Dios –independiente del nombre que le demos- es un muy buen pie para vivir esta filosofía del bambú, pero no excluyente para aquellos que no han recibido la gracia de creer.
¿Desde qué punto logramos conectar nuestras creencias o ideologías para avanzar todos en un sano conjunto?
El problema es que la religión y las ideas se nos han quedado colgadas en el cielo, cuando justamente son para encarnarlas y vivirlas en cada segundo de nuestra existencia. El problema radica en cuando se disocian de la vida y comienzan a correr en carriles paralelos, muy mezcladas con reglas morales o creencias que no permiten integrarlas para ser mejores personas. A mí me parece que la gran religión y creencia que nos debiese ordenar es el amor. Ama y haz lo que quieras, decía sabiamente San Agustín y es muy razonable, ya que si nos paramos en el verdadero amor (gratuito, comprensivo, fiel, paciente, generoso, etc) lo demás se dará por añadidura. Una frase del fundador de la pedagogía de los vínculos que sustenta este libro, José Kentenich, puede también ayudarnos: "libertad, la máxima posible; reglas, sólo las necesarias y el máximo cultivo del espíritu". Estoy convencida de que si todos nuestros esfuerzos se ordenaran en cultivar al máximo nuestra dimensión espiritual, efectivamente las reglas serían las mínimas y la libertad –entendida como la capacidad de elegir el bien- producirían un hombre y una sociedad absolutamente distintos a los que somos y contemplamos. No es muy distinto de cómo vemos lo que nos dijo Jesús: "Ama a tu prójimo como a ti mismo".
Imaginemos un escenario ideal, en el cual alguna de nuestras lectoras se sienta plena, satisfecha con sus vivencias, agradecida de lo que tiene y se ve de una forma integral, todo está en “calma”, en medio de esta completa aceptación ¿Cómo se reconoce la necesidad de cambiar, de avanzar o crecer?
El crecimiento efectivamente se puede dar desde la crisis o el sufrimiento, pero también en algunos casos desde la abundancia y el bienestar. En esas situaciones, lo que nos ayuda a reconocer la necesidad de crecer, básicamente es la voz interior que “planta” un deseo dentro de nosotros de ser mejores personas. Lejos de hacerse el sordo a ese llamado, es muy importante hacerle caso y buscar.
Paternidad espiritual es un concepto que evoca a familia, aunque no necesariamente sanguínea, sino a modo de “maestro” o "guía". ¿Esta filosofía da por hecho la existencia del ser espiritual en el hombre?
La dimensión espiritual en el ser humano es parte de su ser esencial, pero efectivamente requiere despertarla o conectarse con ella como quien ejercita un músculo o abdominal. Es un “espacio” al que denominamos “interioridad” y al que accedemos sólo nosotros mismos y la divinidad. Los antiguos monjes le llamaban el “Santo Santorum” y responde a lo que comúnmente denominamos alma. En ese lugar no existe el tiempo ni el espacio; es plenitud y presencia plena. A ese lugar no entran las emociones ni los pensamientos, sino que estamos y somos armonía y gozo total. ¿Cuándo hemos vivenciado esta dimensión del ser humano? Momentos de plenitud total - como el nacimiento de un hijo - nos pueden ayudar a degustar ese darle la mano al infinito y su misterio que nos dice que somos, pero que existe algo más. Es como el viento: no sabemos de dónde viene ni a dónde va, pero no podemos negar que lo sentimos. La dimensión espiritual se refleja muchas veces en los ojos de las personas y cuando está despierta se evidencia un brillo y fuerza inusual. Es como un fuego y/o entusiasmo que atrae y arde sin quemar. Es lo que vemos en los niños pequeños que nos llenan de gozo y paz.
¿Es el crecimiento del espíritu la esencia de nuestra búsqueda de paz y felicidad?
Absolutamente sí. En nuestro interior se encuentra la clave de la plenitud y la paz para con nosotros mismos. Desde ahí la donamos a los demás.
Es fácil amar cuando son los nuestros, pero ¿cómo se aplica este proceso con otras personas, como jefes y colegas?. Porque es ahí donde muchas veces requerimos ser firmes y flexibles.
Uff, este tema es largo de verdad, pero hay que entender que como los bambúes, siempre nos afectamos unos a otros –querámoslo o no - y eso no se puede soslayar. En todos los vínculos y encuentros humanos, hay un intercambio de amor y de energía, que nos afecta para bien o para mal. La idea es que al estar conscientes, hagamos nuestro máximo esfuerzo por aportar. Obvio que hay muchas personas que nos van a costar, pero al menos si los miramos más comprensivamente y establecemos los límites adecuados, no nos dejaremos dañar. En una de esas, hasta los podemos mover a preguntarse cómo mejorar. Lo importante aquí es la coherencia personal. El mundo está lleno de vínculos de miedo, amenaza y dolor; sin embargo, para revertirlos, sólo podemos partir cada uno sembrando amor. Sí, puede que algunas semillas nos las tiren por la cabeza, pero al menos lo intentamos y quién sabe si algún día florecerán.
¿Son esas instancias complicadas las más adecuadas para crecer en gratitud?
La gratitud se ha comprobado científicamente que es la primera actividad que permite construir el proyecto de felicidad de cada uno y de la colectividad. Los estudios de la Universidad de Harvard, avalan que dar gracias es una de las principales claves para conquistar la creatividad y que la energía positiva se amplíe a tu alrededor. Probablemente tiene mucha relación con lo que sostiene la física cuántica y la ley de la atracción. En la medida que vives agradecido por todo lo que sí eres, lo que sí tienes y lo que sí haces, atraes hacia ti circunstancias, personas y situaciones lindas que te hacen más feliz.
La mejor recomendación siempre es la vivencial. ¿Cómo recomendarías esta lectura? ¿Algo marcó tu etapa de cambios?
En mi caso personal, creo que fue la llamada “crisis del alma”, que se da entre los 35 y los 45 años. De alguna forma, paré la máquina locomotora y me puse a buscar ayuda para conquistar la paz y libertad interior. Ha sido un camino largo y doloroso, que nunca se cierra del todo, pero ha sido maravilloso y de una fecundidad que me conmueve y me invita a compartirla con los demás.
Para finalizar, ¿con qué es importante quedarse y qué es bueno dejar ?
Yo creo que para empezar es necesario conquistar una pausa diaria de 5 minutos de reflexión, para conectarse con la interioridad. Es “recalcular” el GPS interior y cada día alimentarse de nuevos aprendizajes que nos puedan ayudar. Insisto, este músculo espiritual, en el común de los mortales, requiere de ejercicio y constancia diaria; no se da por magia y/o fenomenología espacial. Esto es una inversión maravillosa en ti, en conocerte, en aceptarte, en conectarte y comenzar a descubrir algunas respuestas honestas y desafiantes sobre para qué vivimos y qué podemos elegir para iluminar. ¿Qué dejar? La locura en la que vivimos y el engaño de que "esto puede esperar". Nadie sabe cuánto tiempo más vivirá y si ya tiene la inquietud, que se haga cargo y empiece a navegar.
Esta esperanzadora obra, constituye parte de un tremendo estudio, lleno de vivencias, pequeños éxitos personales y familiares, a los que muchos lectores han sumado sus experiencias. No son pocos propagan entre las redes sociales sus aciertos, crecimientos y cambios en la forma de ver y vivir la vida.
Un libro amable, empático y muy directo, que Ediciones B ha dispuesto ya en todo el país. Sacará desde el fondo de tu alma aquello que debe ser removido, para dar paso a cosas mucho mayores. ¡Vamos! Es tiempo de hacer un cambio.