Como la mayoría de las personas, soy fan de las redes sociales. Siempre me verán conectada a Facebook o Whatsapp, y constantemente dando corazones tanto en Twitter como en Instagram. Y es ahí, en la app de fotografías, donde ocupo más tiempo. Aparte de seguir famosos (tanto nacionales como internacionales), también sigo a un montón de tiendas y así aprovecho de vitrinear harto.
Pese a que ésta es una de mis aplicaciones favoritas, no soy de subir muchas fotos. Tengo las mismas que encontrarías en cualquier perfil: de la comida, la mascota, en blanco y negro, de bebé, etc. Nada digno de destacar. Por eso me sorprendí tanto cuando vi un direct con el mensaje de un chico, el cual decía lo típico de cuando quieres conocer a alguien. Hasta ahí no sabía muy bien qué eran los directs, pero recordaba que alguna que otra vez una amiga me había contado que hablaba así con chiquillos. Igual yo nada que ver con eso, soy un poco desconfiada en ese sentido y usualmente no acepto a gente que no conozco en Facebook, pero este niño era bien simpático, así que le seguí la corriente y terminamos hablando por horas.
Ninguno de los dos se envío solicitudes para agregarnos en otras redes, aunque yo igual podía ver su perfil de Face porque lo tenía en la descripción. Conversamos por varios días, hasta que me invitó a tomar algo por ahí y acepté un café. Fue en un Starbucks donde nos juntamos a conversar sobre la vida, y si bien fue una cita propiamente tal, luego de eso no hubo mucha química, al menos en lo amoroso. Finalmente, decidimos conocernos más en plan de amigos, cosa que sigue hasta el día de hoy.
Aún con la peculiar y simpática situación - al menos para mí - , fue mi debut y despedida con las citas por directs. Por eso, opté por privatizar mi Instagram (¡y no porque le dé color!).
Además, sigo pensando en que la mejor manera de conocer a la gente es en persona, aunque ahí no seamos tan valientes como lo somos tras nuestro smartphone. Al menos es más real, ¿o no?. ¿Qué creen ustedes?.