Llegamos a los treinta y no son pocas las cosas que nos ocurren: cambios fisiológicos, físicos y también emocionales. Se dice que después de esta edad podemos presentar los mayores problemas con nosotras mismas.
Amigas queridas, si yo les dijese que eso es de una falsedad absoluta ¿me creerían? Es cierto que tenemos como diez mil cambios y en todo sentido, pero, seamos sensatas y vamos por parte. Desmenucemos el asunto y conozcamos cuáles son:
Cambios físicos: ¡Muchos! Empiezan a aparecer nuestras primeras canas...¡qué horror! Subimos de peso a pesar de nuestro intento de mantener una buena dieta. (Puedes ver aquí un ejemplo de ello), los vellos ya no son pocos como antes...y a medida que pasan los años, es peor. Para colmo de males, la fuerza de gravedad empieza a tironearnos las bubbies, pero ¡desde el centro de la Tierra!
Cambios fisiológicos: Nuestra regla, aparece y desaparece de vez en cuando, el ph de la piel cambia y con ello miles de imperfecciones saltan a la vista. Comienzan a aumentar los niveles de colesterol y ya deja de ser tan grato comerse una chorrillana con los amigos como cuando tienes 20. Por último, las primeras "arrugas" aparecen, dejando claro que el paso del tiempo no es en vano. Otras veces, las distintas enfermedades (como el cáncer, la diabetes y muchas más) comienzan a atacarnos.
Cambios emocionales: Estos son los peores, a mi juicio. Comenzamos a ver a nuestras amigas más jóvenes como rivales. ¡Y ni hablar de los problemas con tu pareja!. La típica "es que ya no me quieres, ¿sales con alguien más joven que yo?", se nos hará familiar. El llanto y la tristeza se apoderan de nuestro ser con frecuencia. Finalmente es tanta la confusión que no sabemos qué nos está pasando.
Bueno mis leales guerreras, déjenme decirles que esto es sólo temporal. ¿Acaso se han puesto a pensar por un rato que durante todos los años que llevan en esta Tierra, siempre han vivido en constantes cambios y transiciones? ¿Y que cuando ya se están acostumbrando a ellos, continúan otros nuevos?
Así es, y así será siempre por el resto de sus días. La sorpresa es que todos esos cambios que vivimos a diario, podemos sobrellevarlos en buena forma. Partir con una buena alimentación no es tan difícil.
Lo primero es, aceptarlos, luego vivirlos y por último, dejarlo ir o avanzar hacia lo siguiente. Los seres humanos generalmente nos resistimos a aceptar los cambios que nos sacan de nuestra zona de confort; por ello su presencia suele generar una crisis, lo que explica esas grandes depresiones y estados emocionales penosos cuando entramos a la madurez.
Les sugiero amigas, conocerse. Tomarse su tiempo, preguntarse quiénes son, y qué es lo que quieren en sus vidas. Sólo así encontrarán el camino. Y recuerden que de cada crisis, ¡surge una nueva oportunidad!
Y tú, ¿cómo resientes el paso de los años?