Desde niña, odiaba el frío, la lluvia y los días cortos que trae el invierno, ya que debía quedarme encerrada en casa, sin mejor panorama que ver monitos o leer un libro. Para alguien inquieto, esto era una verdadera tortura.
Ya de adulta, empecé a notar que cada vez que el calendario marcaba la proximidad del invierno, mi ánimo empezaba a decaer: tenía sueño todo el día, siempre estaba cansada y sin ganas de salir de mi cama. Pero eso no era todo. Vivía antojada de masas y dulces… ¡era terrible! Aunque quería mantener un régimen saludable, me era imposible por la ansiedad.
Lo peor, más que los kilos extras y el cansancio, era mi estado de ánimo: pasaba del llanto a la rabia sin pausa, sintiendo que mi vida estaba fuera de control. En el trabajo, lograba mantener mi cara de póker, pero en cuanto llegaba a la casa empezaba el martirio. Me sentía hundida y deprimida, con ganas de hibernar hasta que llegara la primavera.
Hasta que me di cuenta de que no era normal lo que me estaba ocurriendo, por lo que fui al médico y me dijo que sufro de Trastorno Afectivo Estacional. Amablemente, me explicó que la falta de luz durante los meses de otoño e invierno, producen una disminución de la producción de serotonina, lo que generaba ese estado depresivo.
El médico me entregó una serie de consejos para disminuir los síntomas, con el fin de mejorar mi calidad de vida y el estado de ánimo, como:
1. Aumentar la exposición a la luz: a la hora de almuerzo opté por tomarme 20 minutos para realizar una ligera caminata, con la finalidad de aprovechar la luz del día e incrementar mi producción de serotonina.
2. Hacer ejercicio a diario: decidí practicar una hora de yoga al día, aunque puedes realizar cualquier actividad física que te sea cómoda como nadar, trotar, andar en bicicleta, bailar zumba o cualquier tipo de danza, ya que el ejercicio libera endorfinas y genera sensación de bienestar en el cuerpo, lo que ayuda a disminuir la ansiedad y otros malestares.
3. Tiempo de regaloneo: los baños relajantes, escuchar tu música favorita, usar esencias aromáticas, aprender algún tipo de manualidad como pintar o tocar algún instrumento, también son útiles para disminuir la tristeza y apatía durante el período invernal.
4. Cuidar la higiene del sueño: dormir las ocho horas recomendadas, evitar los estímulos como el computador, el celular o el televisor un par de horas antes de la hora de descanso. En mi caso, me hice una rutina sagrada para la hora de dormir y para despertar, que ha sido de mucha ayuda en estos días de frío y poca luz.
En caso de que los problemas continuaran tras la implementación de estos consejos, el doctor me aconsejó que volviera a la consulta para revisar otras alternativas, que me ayudaran a lidiar con este problema, como la fototerapia y algún antidepresivo. Afortunadamente en mi caso, ya aplicando los consejos que me entregó, experimenté una importante mejoría en mis síntomas.
Y tú, ¿te deprimes con la llegada del invierno? ¿Cómo logras sobrevivir a esta estación?