Para muchas, el cabello suele ser la mayor preocupación. Nos obsesionamos tratando de que luzca único, diferente y además sobresalga comparado al resto. Buscamos consejos, modelos o cualquier idea en Internet; tratando de encontrar nuevos colores, cortes y diseños para renovar la cabellera.
Cambiar el tono puede parecer sencillo, sobre todo ante la variedad de productos a disposición, así como tutoriales que nos permiten teñir en forma autónoma, ahorrando en peluquería. Pero ¿qué pasa cuando éste no queda como idealizamos? Para mí, es realmente terrible.
Mi reacción natural ante semejante desastre es gritar. Es tanta la desesperación, que llorar también es una buena alternativa. El planear algo tanto tiempo y que no resulte como esperabas, es decepcionante. Sobre todo por que se trata de mi cabello, con el cual tengo extremo cuidado. En mi rostro se refleja de inmediato el pesar y comienzo a planear cómo enmendar tal desastre, qué tinturas necesitaré o si será necesario un corte extremo.
Lo mejor o más sensato que se puede hacer es tratar de pensar positivo, buscar soluciones y no centrarnos en lo malo. Nuestro cabello ya quedó con el mal tinte y es imposible volver atrás; no queda más que asumir nuestro error. Si sirve de consuelo, el pelo siempre vuelve a crecer, así que tal como lo arruinamos, podemos arreglarlo. No todo está perdido. Existen otras tinturas, peluquerías maravillosas y gente lo suficiente amable como para no decir nada al respecto.
¿Nunca les ha pasado? Si es así, no son las únicas que han tenido que pasar por esto, así que tranquilas, por más terrible que parezca; todo tiene una solución.