¿Quién no ha escuchado estas frases? "¡Me veo horrible!, ¡No tengo gracia, ningún hombre se siente atraído por mí!" ¿Pero cómo, me pregunto? Debemos creernos el cuento sí o sí.
Todas hemos pasado por esos períodos en que nos sentimos peor que el 'Patito feo': estamos contra los hombres, como 'Cristina Moreno', gritando por la ventana que todos valen callampa y preferimos que nos trague la tierra en vez de que nos vea algún bombón por ahí. Más aún si no tenemos ganas de arreglarnos ni de pintarnos, en el fondo, pensamos que espantaremos a quien se cruce en nuestro camino.
Pero amigas, a veces sin darnos cuenta ¡somos tremendamente magnéticas!. Y sí, ya que incluso sin maquillaje - y con la que creemos es nuestra peor pinta -, terminamos por conquistar a un príncipe azul por ahí y por allá. Porque ¡ojo!: no es sólo uno, sino que son varios los que caen rendidos a nuestros pies.
Algunas se preguntarán: ¡¿cómo?!. Pero cuando andamos con la autoestima por el suelo, es precisamente ésta la oportunidad que nos ayuda a subirnos a la nube de nuevo. Tenemos la opción de mejorar o cambiar lo que nos molesta de nosotras. Y ahí son los demás los que mejor pueden decir cómo nos vemos. Quizás les parezcamos encantadoras y sexies, el único problema es que no nos lo creemos.
Pero eso puede cambiarse fácilmente, ya que al darnos cuenta que sí somos lo suficientemente atractivas y que los tipos sucumben ante nuestros encantos, podemos levantarnos de nuevo de la cama si estamos achacadas, echar rienda suelta a nuestra imaginación y ¡acción se ha dicho!
A arreglarnos, sacarnos provecho en el look y vernos preciosas. Si queremos llevar el pelo suelto al viento y parecer chicas rebeldes, hagámoslo; o si queremos lucir dulces y tiernas, pero atrevidas al mismo tiempo, también. Juguemos con nuestra personalidad, alucinemos al bombón que se tope en nuestra vida con tal que no olvide jamás nuestro nombre y nos llame al otro día para una segunda cita.
En el fondo, somos mujeres y tenemos esa capacidad de reconquistarnos nosotras mismas, así como a esos bombones que nos vuelan la cabeza. Podemos volver a confiar de un segundo a otro en nuestros encantos, si nos damos cuenta del magnetismo que tenemos. Sólo es cosa de ¡creernos el cuento nuevamente!
Y ustedes, ¿están preparadas para conquistar con sus miradas?