Cuando conoces a alguien que tu corazón sabe que será importante, te invade una especie de felicidad y emoción extraña. Te dan ganas entre de gritar y de llorar, pero de alegría. Así es cuando nos hacemos de una nueva amiga, con la cual sabemos que conectamos de una forma especial y también presentimos que formará parte de nuestra vida.
Por lo mismo, cuando hay un quiebre y por algún motivo esa persona sale de nuestro entorno - ya sea porque hubo una pelea sin motivo, alguna discusión tonta por un bombón o un mal entendido en el cual ambas salieron dañadas -, todo se vuelve más confuso y no sabes qué hacer.
¡Yo extraño a mis amigas! A aquellas que se han quedado atrás en mi historia. Echo de menos a una partner un tanto loca con la cual me peleé por una tontera y que aunque sea media rallada me hace reír todo el rato. También extraño a otras amigas que dejé de la infancia, con las cuales me sentía como en familia, ya que hasta sentía su protección a cada instante. Y aunque sé que la vida nos obligó a continuar por caminos separados, aún las sigo adorando con todo mi corazón y anhelo el día en que volvamos a encontrarnos.
Y extraño a otra amiga en particular, con la cual desde que nos conocimos hubo un especie de 'magia' y ¡ojo! no porque fuéramos para el otro lado o nos quisiéramos cambiar de bando, sino porque conectábamos muy bien en todo. Teníamos cosas en común, nos apoyábamos y entendíamos mucho. Sin embargo, tuvimos nuestras diferencias en un momento dado y fuimos muy impulsivas e hirientes. Fue ahí donde se cortó la amistad.
¿Pero saben?. La amistad verdadera es incondicional y perdura a través del tiempo. Pueden pasar meses e incluso años, pero si las dos personas están destinadas a reencontrarse, siempre habrá alguna instancia. Puede ser en un lugar concurrido, al cruzar la calle e incluso a la vuelta de la esquina.
Aquellas personas que han sido muy importantes para nosotras siempre estarán en nuestro corazón y en nuestra mente, tanto que aún si hemos provocado una guerra mundial con ellas y discutido a más no poder, al final triunfará lo más importante: el amor y el cariño.
Podemos colocar en una balanza todo lo bueno que nos dejaron, versus las peleas y malos ratos (que pudieron ser muy fuertes y las palabras más aún). Sé que éstas no pueden recogerse, pero sí hacer que pesen más los momentos alegres, las palabras lindas y esas sonrisas que jamás olvidarás. ¿Se han preguntado alguna vez qué cosas les faltaron por hacer juntas? Y ahí se dan cuenta de que efectivamente quedan vivencias pendientes. Si esto les pasa es porque aún puede haber otra oportunidad. Es súper comprensible que al recordar lo malo la rabia regrese, pero ¿por qué no cambiar esos recuerdos por otros más tiernos y bonitos?
Como dicen: el odio no se combate con odio, sino con amor y el amor lo cura todo. Incluso esas peleas fuertes que hemos tenido con nuestras amigas del alma. Quizás pueden llamarme soñadora, pero nunca pierdo la esperanza de rescatar aquellas relaciones que me han marcado en todo sentido. En especial, esas donde coloqué todo mi corazón y amor. Por eso soy partidaria que de vez en cuando, viene bien romper el hielo y jugársela nuevamente. Es mejor arrepentirse de algo que se hizo y cruzar el río.
Y ustedes, ¿han extrañado a sus amigas?