Dicen que los sueños muestran lo que no vemos cuando estamos despiertas, que son una puerta a nuestro mundo interior. Con todas las preocupaciones que tenemos en la vida diaria, solemos mantener esa puerta con cerradura. ¿Quién tiene tiempo para eso? Pero para nuestra suerte, la llave solamente está en nuestras manos y aprender a usarla no es difícil. Lleva tiempo y disciplina, sí, pero tener acceso a nuestro inconsciente vale cualquier precio. Al principio es difícil. Y es que una siempre se olvida de los sueños o no se interesa realmente en ellos. Quizás recuerdas una sensación, una cara o algún objeto, pero no mucho más. Y de recordarlos a entenderlos, hay un gran paso. Cuando buscas el significado de lo que soñaste en internet, te das cuenta que nada tiene realmente sentido para ti. ¿Qué puedes hacer entonces?
Empecé a mantener un diario de sueños porque tenía muchos problemas al dormir, principalmente parálisis del sueño. Muchos me decían que no tenía que intentar reprimirme cuando dormía, sino que escuchar lo que mis imágenes oníricas me trataban de comunicar. Que una vez que aprendiera a recordarlas, interpretarlas y comprenderlas, mi relación con ellas y conmigo misma mejoraría. No pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta de que tenían razón, y que todos deberían adoptar esta práctica tan sencilla y útil.
Lo primero fue encontrar el diario. Puede ser un cuaderno sencillo o alguna agenda que se divida por día. Al principio lo mantenía con un lápiz bajo la almohada, pero ahora lo guardo en el velador. Lo importante es alcanzarlo rápido en la noche, porque pararse para ir a buscarlo a las 5 de la mañana no es muy tentador. Si despertaba a medianoche, lo tomaba desesperadamente para escribir lo más rápido posible. Eran garabatos, letra ilegible y redacción inentendible. Un vómito de palabras. Para ordenarme, elegí algunas preguntas: ¿qué pasó?, ¿cómo me sentí?, ¿qué símbolos vi?, ¿quién estaba? y ¿cómo me siento ahora? No sirve de nada preocuparse por escribir toda una historia, lo más importante es registrar la mayor cantidad de detalles posibles, incluyendo las sensaciones y lo que provocó en ti. Palabras sueltas, adjetivos, colores, dibujos, todo sirve.
Un buen consejo es no moverse al despertar. Si te levantas, te mueves o abres los ojos, las imágenes que estaban recién en tu cabeza se irán esfumando. Simplemente pregúntate qué hay en tu cabeza, qué viste recién y cómo te sientes. Una vez que recuerdes tu sueño, ve por tu diario y déjalo escrito.
Llegó un punto en que no necesité más escribir desesperadamente. Cuando despertaba en la mañana, podía recordar los sueños que tuve durante la noche y escribirlos con tranquilidad. Incluso podía levantarme, partir mi día y seguir con las imágenes en la cabeza. Y eso es lo más importante: nuestra mentalidad cambia, nuestros sueños dejan de ser insignificantes y nos programamos para mantenerlos como un recuerdo más. Así, pensar en ellos e interpretarlos se convierte en algo completamente normal.
Interpretar los sueños, una vez que los tuve registrados, es lo más difícil. ¿Qué referencia podemos tener? Me costó, pero terminé por plantearme una rutina: poco antes de acostarme a dormir, revisaría mi diario de la noche anterior y le pondría un título a los sueños. Algo que resumiera, e identificaría algunas palabras claves para marcarlas. Todo el panorama se aclaró ahí. Pude relacionar cómo me sentí durante el día con mi sueño de la noche anterior, o lo que me había pasado antes, o lo que me preocupaba en ese momento. Cuando encontré situaciones recurrentes, todo se facilitó.
Los diccionarios y páginas de internet con interpretaciones no sirven. Tampoco es que los sueños sean predicciones, al estilo del horóscopo. No hay una clave para interpretar los sueños; la única forma en que podía hacerlo era estando consciente de todas las áreas de mi vida: del día a día, de mis pensamientos y de mi mente cuando descansa. Marcar cada significado con colores o símbolos es útil, para ir viendo qué se repite y qué relación tiene.
Es todo un proceso, y uno muy personal. Al final, lo importante es encontrar qué funciona para cada una de nosotras y cómo nos vemos reflejadas en nuestros sueños. Si se animan a intentarlo, les puedo prometer que valdrá la pena. ¿Qué dicen?