A lo largo de nuestras vidas conocemos a muchas y distintas personas. Algunas de ellas se quedan con nosotras sólo por un corto período de tiempo, mientras que otras nos acompañan por el resto de nuestra aventura en este planeta. Sea cual sea el caso, soy de esas mujeres que cree firmemente que, cada vez que conocemos a una persona nueva, lo hacemos por una razón.
¿Te ha pasado que conoces a alguien de la nada, caminando o comprando en alguna tienda por ejemplo, y termina convirtiéndose en parte importante de tu vida? ¿O te ha pasado, quizás, que un corto amorío de 3 meses te deja “marcando ocupado” durante mucho tiempo?
A mí me pasó hace poco, con un chico que conocí bailando. Si soy sincera contigo, no había conocido a nadie importante en mis salidas de esparcimiento, por lo que no pensé que esta vez sería diferente. La mayoría habían sido amistades fugaces, algo así como esas personas que se quedan etiquetadas en los “conocidos buena onda” eternamente. Pero esta vez no fue así. De hecho, mi nuevo amigo se ha convertido en alguien que jamás olvidaré, pues entre los dos hemos aprendido (y vivido) mucho. Y por eso estoy segura que ¡conocernos no fue casualidad!
Y es que al final, ya sea que lo pasemos bien o lo pasemos mal, siempre hay una lección que debemos aprender. Tanto ese amante que hirió tu corazón como esa amiga que traicionó tu confianza tenían algo que enseñarte. Recuerda que todo pasa por algo. Deja que las personas que se quieran ir de tu vida se vayan, porque te aseguro que están liberando espacio para que conozcas a alguien mucho mejor, con quien vivirás grandes experiencias.
Y tú, ¿qué opinas al respecto?