Van y vuelven, vienen y van. Sí, tal como un boomerang. Son amigos que vale la pena mantener en la vida, pero a la hora de entablar una relación de pareja desaparecen. Así de simple. No más llamadas, no más mensajes, citas canceladas a últimos minuto y un estado de aparente embobamiento. Sí, todos nos enamoramos y embobamos alguna vez, sin embargo, este ser tiene la capacidad de hacerlo a cada rato y armar una vida entre las nubes, con unicornios y arcoiris, lejos de todo aquél ser cotidiano en su existencia.
Mi boomerang se llama... ¿qué importa su nombre?. La cosa es que siempre ha sido romántica en exceso. Sueña con encontrar a su príncipe, enamorarse y cuanta cosa Disney podamos pensar. Se engancha seguido y siempre se aboca a su relación con una envidiable facilidad. El tema es que al terminar vuelve a mi puerta desolada, con cara de "perro arrepentido" y con toda la intención de no volver a desaparecer. Obviamente acuñando frases como "Sí, si sé que son los amigos los que siempre están", "nunca voy a volver a desaparecer" y "ya aprendí mi lección", las que olvida completamente cuando Cupido toca nuevamente a su puerta.
Es así como mi amiga va y viene según necesite. Se empareja y me deja sin partner de carrete, salidas o cafecitos a media tarde. Luego regresa, dispuesta a recuperar el tiempo perdido. ¡Ojo! no hablo de un embobamiento temporal - ese lo tenemos todos y es genial - sino de esas personas que se abstraen completamente del medio, quedando realmente solas cuando su relación se acaba. De esa amiga que no va a asados, carretes o juntas, porque "con el gordo tenemos que hacer" y sólo habla de sí misma y su relación. La misma chica que, al verse soltera nuevamente, te llena de mensajes con un "¿Hagamos algo?", "Tengo ganas de comer, quieres ir conmigo" etc. O peor: te invita a "lanzarte" como si tuvieran 15 nuevamente.
Si bien, a mis veinte esta situación era causal de término, a mis treinta me tomo las cosas con un poco más de calma. Si bien es cierto que me carga la gente que viene y va, he comprendido que el tiempo libre suele ser escaso y que es importante dar a cada situación una atención justa. Si ella está en una relación, está bien que la disfrute, que salga, se tome selfies y las suba; es entendible que sus prioridades cambien y así se acepta, porque las prioridades de todos han cambiado durante esta década.
Pese a entender completamente estas situaciones, de todos modos es importante aclarar que, transversal a cualquier edad, toda relación debe ser cultivada y mantenida con atención. En este caso, cada vez que mi Boomerang se va, lo comprendo y la acepto cuando regresa, pero lamentablemente en mi corazón las cosas no son lo mismo. Hay momentos importantes que vivir juntas y si no se hace, el lazo eterno que siempre hemos tenido se termina desgastando. No es culpa de nadie, sin embargo es así.
Cada quien decide lo que mejor le acomode, estamos grandes y esa es una de las garantías. Así que si algún día decides ser Boomerang, hazlo convencida de lo bueno y lo malo. Sí, siempre habrán brazos que te esperarán al regresar, pero los lazos se gastan de manera natural y eso nada ni nadie puede evitarlo.