Cuando saqué mi primera tarjeta de crédito, justo después de abrir una cuenta corriente, me sentí adulta y como si me hubiese sacado el premiado. Me había costado tanto encontrar un trabajo estable con un sueldo decente, que no pude evitar pensar en las posibilidades que el pedacito de plástico me abriría: poder comprar por Internet, pagar en cuotas, etc. Sonaba ¡increíble! Si quería algo y no me alcanzaba para sacar de mi cuenta corriente, podía pasar mi tarjeta de crédito y preocuparme por eso al mes siguiente; total, ahí sí iba a tener plata para ello.
El problema es que, al no usar dinero físico, la pérdida no se registra realmente en nuestro cerebro y no somos conscientes de cuánto estamos gastando. Y entre un par de cafés por aquí, un par de zapatos allá, un libro que no te aguantaste comprar y la oferta de maquillaje online que sólo demora 10 días en llegar, al final del mes la cuenta puede salirse de todo presupuesto.
Y es precisamente esto lo que me pasó a mí al ver el balance. ¿En qué momento gasté tanto? Obviamente tomé cartas en el asunto inmediatamente y decidí hacer un nuevo plan: no gastar dinero que no tengo. Y habiendo muchos tips de ahorro dando vueltas, decidí hacer una lista de qué hacer y qué no con mi tarjeta de crédito:
1. Cuentas.
Primero lo primero: pagar esas cuentas que llegan siempre: luz, agua, cable, celular, gastos comunes etc. Mejor sacar las responsabilidades del camino enseguida.
2. Necesidades.
Ya sea que tomes remedios como anti alérgicos, o precises de algo para tu casa o trabajo, es bueno comprarlo apenas recibas tu pago mensual.
3. Utilizar la tarjeta llegando a fin de mes.
Entre más tarde en el mes utilices tu tarjeta de crédito, más fácil será recordar que debes pagarla a principios del mes siguiente.
4. Lleva un registro del uso que le das.
Ya sea en tu teléfono o en un cuaderno (si eres old school, como yo), anota cada vez que uses la tarjeta y si pagaste o no en cuotas. Así, cuando llegue la cuenta, no te tomará por sorpresa.
5. Si puedes, paga lo que gastaste enseguida.
Si llegando a fin de mes te das cuenta de que puedes pagar tu facturación sin problemas, entonces ¡hazlo! te quitarás un peso de encima para el mes siguiente.
Así que ya saben: piensen bien en lo que van a gastar y si es que vale la pena, sobre todo teniendo en cuenta un presupuesto a largo plazo.