Para comenzar esta nota haremos un pequeño ejercicio. Escoge tres elementos: tu amor platónico (tu actor o cantante favorito, un futbolista, tu vecino, ¡todo vale!), un escenario (una playa paradisíaca, una gran avenida, tu cocina) y el primer verbo sucio que te venga a la mente (azotar, morder, gritar, menear, insultar, escupir, lamer…¡la lista podría ser infinita!). Ahora, con esos tres elementos escribe una breve historia o lo primero que pasó por tu mente al elegir estas tres cosas.
Probablemente, tu historia no fue ver a Michael Fassbender en la cocina y escupir tu bebida de la emoción o insultar a tu vecino en el antejardín, sino algo que automáticamente te dibujó una sonrisa picarona en el rostro.
Las fantasías sexuales son representaciones imaginarias de los deseos, sean estos conscientes o inconscientes. La mente produce ideas, imágenes o sentimientos que provocan emoción y excitación, generalmente de corte sexual. Y esto último, porque las fantasías sexuales pueden relacionarse con distintos aspectos del placer y el deseo.
Todos tenemos fantasías eróticas, tanto hombres como mujeres, que comienzan con el despertar sexual de cada uno de nosotros.
Para nosotras, las mujeres, tener fantasías sexuales no solo es agradable, ¡es indispensable!, pues nos ayudan a intensificar el placer (ya sea en el sexo o en la masturbación), potencian el deseo, ayudan psicológicamente a mantener un equilibrio y una sexualidad sana y, finalmente, nos permiten conocernos y reconocernos.
En cuanto a las relaciones de pareja, las fantasías sexuales evitan caer en la rutina y fomentan la creatividad a la hora de la intimidad.
Hay miles de mitos en torno a las fantasías sexuales. La principal, es que las mujeres no somos igual de fantasiosas que los hombres. Somos igual o más que ellos, pero lamentablemente, ganamos en el sentimiento de culpa. Muchas mujeres creen que tener fantasías, sobre todo cuando estas involucran a algún conocido, es similar a ser infiel. ¡Debes quitar esa idea de tu mente!, pues nada está más lejos de la realidad. Las fantasías nos ayudan a crear un entorno, un clima y sólo tienen que ver con la imaginación. Si bien podemos cumplir algunas fantasías, no es una obligación y su único objetivo es influir de manera positiva en la sexualidad.
Las fantasías sexuales femeninas más recurrentes:
Es cierto, hay un antes y un después de 50 sombras de Grey, pero no todo termina ahí. Para muchas mujeres, una gran fantasía sexual es dominar al hombre. Rasguñar, golpear, someter, incluso utilizando juguetes sexuales. Tener el control es una idea que despierta el deseo de muchas.
Los tríos son otro sueño erótico recurrente, donde no sólo nos limitamos a imaginarnos con dos hombres, sino también con un hombre y una mujer y ¡hasta con dos mujeres! ¿quién mejor que nosotras para saber lo que nos gusta? Y aquí viene uno de los grandes mitos de las fantasías sexuales: tener este tipo de sueño no implica que seas homosexual, de hecho, es sano y liberador. Recuerda que las fantasías no tienen límites.
Ver un caño e imaginarte como una diosa, seduciendo a través del baile y los suaves movimientos, es otra fantasía que, en este caso, muchas sí se atreven a cumplir. Las fantasías, como podrás darte cuenta, también nos ayudan a reforzar nuestra autoestima y a analizar qué cosas nos gustan o nos gustaría probar.
Por último, y válido para ambos sexos, está la fantasía de desatar las pasiones en un lugar público o extravagante. En el trabajo, en el agua, en una playa virgen o donde podamos ser descubiertos en cualquier momento, todo esto es excitante y se encuentra en el top de las fantasías sexuales.