Probablemente en más de algún momento de tu vida has pasado por alguna situación traumática, estresante o que te ha provocado depresión. También es muy probable que al atravesar dichos momentos, sintieras que te costaba mucho trabajo superarlos. Incluso puede ser que en este mismo momento estés experimentando una situación de ese tipo o la estés recordando. A mí, al escribir eso, me pasa. Vuelve a mi mente el recuerdo del diagnóstico de una compleja enfermedad de mi mamá o el fallecimiento de una de mis tías más queridas. Son muchas las situaciones que te dejan con un sabor amargo en la boca, pero soy una fiel creyente de que todo en esta vida pasa por algo. Y justamente es en eso donde encuentro las razones necesarias para seguir luchando.
El primer recuerdo que tengo de una situación traumática fue cuando mis papás se separaron. Tenía 10 años y me llevaron al psicólogo y al psiquiatra, porque creyeron que eso era lo mejor. Ahí me dieron pastillas antidepresivas y me sentía todo el día drogada, atontada y - a pesar de mi corta edad - me di cuenta que ese no podía ser el camino para mejorar. Hablé con mi mamá y con el especialista. Dejé de tomar las pastillas y con el tiempo volví a ser yo. No la misma de antes, sino alguien más fuerte, que aprendió a ver lo que era bueno y malo para sí misma. Supe, después de muchas peleas conmigo misma, que siempre hay razones para salir adelante.
Si una niña de 10 años pudo, ustedes también. No hay nada en el planeta que no se pueda resolver. Siempre, por más larga que parezca la tormenta, sale el sol. Y lo he podido comprobar un montón de veces en mis veintipocos años de vida. Si bien es difícil darse ánimos a veces, se puede. Cuando estoy muy deprimida por alguna cosa, me pongo a leer. Eso siempre me sirve; me transporta a otro mundo, a otra realidad, y me saca de la mía durante un rato. A veces cuando dejo de leer, el choque con la realidad es abrumador, sí, pero al menos estuve un buen rato metida en un mundo de letras y palabras que me me hizo emocionarme o reír durante un rato. Otra cosa que hago es dibujar: desde que tengo uso de razón es una de mis actividades favoritas. Me ayuda a relajarme y pensar en otras cosas. Y así, la lista sigue y sigue. El tema cuando uno se siente deprimido, es no dejarse llevar por la tristeza, y salir de ella haciendo cualquier cosa. ¡Verás que sí resulta!