¿Pan batido? ¿Pan francés? ¿Marraqueta? Llámala como quieras, al final, es su sabor y textura lo que nos interesa. Estamos todos de acuerdo que no hay nada mejor que una marraqueta recién hecha, crujiente y con mantequilla derretida, pero esto podría desaparecer.
Cuando leí sobre esta posibilidad, me espanté...¿Realmente nos van a quitar este placer tan representativo de nuestro país? Es un pan único, inigualable y parte importante de la dieta de muchos chilenos. La cuestión nace de un estudio publicado por la Organización Mundial de Salud recomendando la reducción de sal dentro del consumo diario. Y es acá el problema, ya que nuestro pan nacional sobrepasa con creces los límites establecidos en este estudio. Pero, de verdad, ¿Es posible que esto suceda?
Sí, es bastante posible, ya que el Ministerio de Salud tomó en cuenta este estudio y tiene pensado en reducir la sal de nuestra amada marraqueta. ¿Qué pasaría con eso? Perdería su sabor, su textura crujiente y todo lo que no gusta de ella. ¿Te imaginas un mundo sin tenerla? De verdad, yo no.
No es por parecer goloso o porque estoy en contra de la vida sana y todo eso...pero es un placer que no nos pueden quitar. La marraqueta es ama y señora de nuestra mesa, invitada de honor en los desayunos, asados y hasta en las colaciones pequeñas que uno tiene mientras trabaja. ¿De verdad podríamos aguantar eso? Tal vez pienses que estoy hiperbolizando la situación o que tengo problemas con la comida. Bueno, siendo sincero, esto último es verdad.
De todas maneras, estoy seguro que estás pensando lo mismo que yo. Imagina esa mermelada de mora en una tostada de marraqueta o ese choripán, tan nuestro, tan criollo. ¿Desaparecerán? ¿Tendremos que cambiarnos de pan? Estoy a favor de la marraqueta, a favor los placeres simples de la vida, de la creación de momentos inolvidables dentro de lo cotidiano, de aquellos que nos rodea día a día. Este "pancito" es uno de esos momentos. Es algo tan representativo nuestro, tan chileno. Es algo que encuentras de sur a norte y de mar a cordillera. Se disfruta a diario, sin penas, ni remordimientos. La queremos cerca, tal cual es, con sus defectos y virtudes. Por favor, hagamos algo...es necesaria salvarla.
Ante esto...¿Qué podemos hacer? ¿Resignarnos? ¿Luchar? La verdad es: defenderla siempre. Y por sobre todo, consumirla con responsabilidad, ya que sabemos que contiene calorías, sodio y otras cosas. No podemos permitir que desaparezca, no podemos dejarla a la deriva. La hallulla no es lo mismo, el pan de completo no se puede comer siempre y ni hablar del sabor de los panes de molde o integrales. Si bien son sanos y saludables, no alcanzan la elegancia de una marraqueta caliente, suave pero crujiente a la vez y con la miga justa y necesaria. No la dejemos sola...
¡Marraqueta o muerte!