La fiebre de Pokémon Go llegó para quedarse y la verdad es que entre tanto sedentarismo, estoy de acuerdo. Si bien ahora ves mucha gente en la calle mirando el piso, al menos es gente que salió de su casa para mover un poco las piernas y divertirse con el juego. He notado que los domingos en la tarde se ha replicado la cantidad de gente en Parque Bustamante; entre niños con sus papás, gente de mi edad (los que crecimos con la onda de Ash y Misty) e incluso gente mayor. Se ha pasado del "pro estar en casa" a "pro estemos fuera de casa pegados al celular". Claramente, un avance.
Si bien no es ideal que el celular sea el tercer brazo, este juego permite que otros puedan socializar más allá de estar detrás de una pantalla. Creo que a estas alturas, la mayoría de la gente que conozco (incluida mi mamá) han atrapado a lo menos un Pokémon. Todo ha sido como volver a la infancia, a aquellos días en que se salía a jugar con los amigos, para acumular más cartas o dar varias vueltas por los pasajes. La verdad, no podría tirar para abajo algo que nos hace sonreír con inocencia y distraernos de todo.
Eso sí, atentas a sus celulares: sobra decir que algunos "no fanáticos" de la aplicación aprovecharán la oportunidad para salir a cazar algo más que pokemones a la calle.
Y tú, ¿qué opinas de la nueva movida?