Mi amor platónico universitario se llamaba Fedor... Sí, así como el escritor Fedor Dostoievski y hasta se parecía a él en su habilidad para manejar mi mente con una psicología de novela. Creo que todas hemos tenido un Fedor a quien le creemos que el amor se piensa y se razona, sin darnos cuenta de que simplemente se siente o no se siente y que todas sus palabras no fueron más que una forma de dilatar la verdad contundente .
Lo conocí en el colegio, él había repetido un año y ahora estaba sentado tras de mí. Su mirada achinada era muy misteriosa y su expresión bastante seria. Me atrajo desde el primer momento. Me preguntaba qué estaba pensando, esa esencia un tanto sombría me causaba curiosidad. Sentía que me observaba y estaba casi segura de que podía ver una sonrisa en sus labios. Quizás me había descubierto: sabía que sus ojos me intimidaban y ahora disfrutaba mi nerviosismo indiscreto. Ese juego lo mantuvo por un tiempo, hasta que un día sentí su pie bajo de la mesa del laboratorio. Habíamos entrado en contacto y ahora me miraba con la sonrisa pícara de quien sabe que tiene el dominio. Sin embargo, nunca dio un paso más allá. Me gradué y pasaron 4 años sin saber nada de él, pero nuestra tóxica historia apenas empezaba.
Un día me mandó un mensaje interno por HI5 y nos quedamos hablando por horas hasta que finalmente ocurrió: ¡me invitó a salir! Volví a sentir como cada fibra de mi cuerpo temblaba. Vino a buscarme en una camioneta 4x4 y se veía tan atractivo como el primer día. Esa sonrisa indecisa estilo mona lisa aún me derretía. Cuando volvimos a mi casa me pidió un beso. Me lo pidió porque en nuestra conversación por chat yo le dije que le daría un beso. Yo temblaba como hoja de papel y un frío petrificante se apoderó de mi. El se acercó y me dio el beso más cálido, soñado y perfecto de mi vida. Me bajé del auto renovada y sintiéndome maravillosa.
Salimos por 8 meses, en los cuales me sedujo con sus palabras y su excelente desempeño en la cama. Cuando le preguntaba si éramos pareja, me decía que había sufrido mucho por amor y que no estaba seguro de formalizar algo. Esperé con mucha paciencia y di todo de mí para brindarle seguridad, pero nada parecía ser suficiente para que diera el paso. Yo me preguntaba si me amaba de verdad y él esgrimía "excusas". Finalmente me aburrí y le pedí una respuesta, porque sino todo terminaría. Para mi sorpresa, él prefirió dejarlo hasta ahí. Meses más tarde tenía novia y pregonaba cuánto la amaba en las redes sociales. Años más tarde volvió a buscarme, con su "amor" tanto o más intenso y su indecisión igual o más intacta.
Él siempre será mi amor platónico, pero aprendí a dejar ir a quien no me suma, porque en las cosas del amor no se duda ni se razona. Se ama o no se ama, se siente o no se siente. Amiga: cuando escuches palabras que no apuntan hacia un proyecto con futuro ¡elige tu amor propio y descarta a "tu Fedor"! Huye de los círculos viciosos, para que le dejes el camino libre al hombre que sí quiera apostarlo todo por ti.
Colaboración enviada por Adriana Tenorio Bertorelli