En nuestra sociedad es común tener en la cabeza el concepto de soledad como algo negativo. Desde pequeños nunca se nos deja estar solos, porque nos puede pasar alguna tragedia y crecemos con esta sensación de desamparo y miedo. ¿Quién no prendió el televisor o la radio al llegar a casa por no encontrar a nadie para sentirse acompañado?. Esto es porque además, el silencio es íntimo amigo de la soledad.
Sin embargo, estar solas es muy positivo. Es en estas instancias cuando nos encontrarnos a nosotros mismos, sabemos qué nos gusta y qué queremos. Es la oportunidad única e increíble de desarrollar todo placer culpable sin que nadie diga algo al respecto: si quieres bailar de forma extraña o cantar aunque te salga mal, puedes hacerlo. Total, ¿quién te verá?
Qué mejor que para un rato con la persona que más te comprende (tú misma), escuchando la música que sólo a ti te gusta, viendo tu serie favorita. O jugando el último videojuego, comprado con tu propio esfuerzo. Puedes salir a trotar a la hora que quieras y vestir como quieras. ¡E incluso ir sola a un restaurante! Nadie te entenderá mejor ni sabrá que sientes y quieres mejor que tú, por eso siempre disfruta de esos espacios y estés o no en pareja obligate a tómartelos, porque te corresponden.
Así como leer alimenta la mente, la soledad alimenta el alma. Aunque no lo creas, puedes estar contigo misma en cualquier parte, aún cuando haya más gente. Sólo concéntrate un momento, cierra los ojos y pregúntate a ti misma cómo estás y cómo te sientes. Verás cómo se abrirán las puertas para que uses el poder que todos tenemos al estar solos: el de ver nuestro propio mundo interior, reconocerlo y trabajarlo para estar en paz con él.