Me acuerdo que estaba en el colegio, en segundo medio. Era la semana en que se celebraba una kermesse. Para finalizar las actividades había una fiesta apoteósica. Mis compañeros de curso empezaron a preguntarme si iba a asistir. "Por supuesto que sí", les contestaba yo, muy entusiasmado. Era una ocasión muy importante. Por primera vez nos enfrentábamos cara a cara a las niñas, ya que mi colegio era sólo de hombres. Todos buscamos nuestras mejores pintas.
La fiesta se había programado para un sábado y los días avanzaban. La emoción nos embargaba cada vez más. Me desperté el viernes, antes de la fiesta con un ligero dolor en la frente. Me toqué la zona y me di cuenta de que estaba hinchada, como un cototo. Fui corriendo al baño. Al mirarme al espejo mis ojos no podían creer lo que veían: ¡me había salido un grano descomunal!. Estaba justo en medio de la frente, era una protuberancia grande y roja. Desesperado, esa misma noche, registré el botiquín de mi mamá para ver si encontraba algún tipo de maquillaje que pudiese disimular la colosal espinilla Encontré una crema color piel, tal vez un poco más marrón. No lo dudé un minuto y me apliqué en la frente para disimular.
Claro, corría el peligro de que en la fiesta, bailando, o transpirando se me corriera la crema. Pero yo estaba dispuesto a todo. Para el sábado, la situación no mejoró: me armé de valor, me duché, me miré al espejo y el cototo seguía ahí. Me apliqué una vez más la crema y me dispuse a salir. Camino a la fiesta, iba en el metro y mientras éste avanzaba entre una estación y otra, yo aprovechaba de mirarme en el reflejo de la ventana. Quería ver si había logrado disimular aquella montaña en mi frente. Entré por la puerta de colegio dispuesto a enfrentarlos a todos, pero me daba un poco de vergüenza si alguien descubría lo que me aquejaba.
Por suerte, la fiesta fue en el gimnasio. Estaba todo oscuro, sólo el reflejo de las luces de afuera del gimnasio iluminaba levemente el lugar. Nadie sospecho nada, hasta que la fiesta terminó y prendieron todas las luces. Ahí estaba yo con mi enorme espinilla sólo en parte disimulada por la crema. Aún no puedo borrar la imagen de sus caras al verme y la expresión de sus ojos. Me preguntaban: "¿Qué te pasó en la frente?", pero yo seguí de pie mirándolos a todos con la cara más de poker que pude.
Y a ti, ¿te ha pasado algo similar?