Queridas amigas: hoy les hablaré de la sexualidad como parte del bienestar de la salud en general. Porque si hay algo que no podemos descuidar es este tema.
Lo primero es recordarles que el concepto de sexualidad abarca mucho más que la genitalidad, ya que también incluye aspectos de la identidad sexual, orientación, género, biología, además de diversos cánones socioculturales. Es decir, nos abarca por completo. Hay algunas consideraciones que debemos tener presentes al ahondar en este punto:
1. La vida sexual íntima en pareja es algo que no surge espontáneamente. No viene mágicamente "desde arriba" ni porque se alinean los planetas. Requiere un trabajo de complicidad a diario, de escuchar y entender los gustos y necesidades del otro.
2. El deseo sexual, por lo tanto, necesita irse construyendo a través de la misma relación. Al inicio surge fácilmente - todos recordaremos los primeros momentos fogosos con una nueva pareja -; sin embargo, con el paso del tiempo es necesario ir poniendo más ladrillos, generando experiencias innovadoras para mantenerlo activo.
3. El autoconocimiento es fundamental para una vida sexual sana. El autoerotismo es necesario, comienza en nuestros primeros años de vida y no tenemos por qué frenarlo en la etapa adulta. Es una vía que permite aprender y experimentar todo aquello que no es sólo la función reproductiva, sino un concepto que muchas veces olvidamos: el propio placer. Debemos sentirlo y prepararlo, tanto mental como físicamente.
4. Por lo mismo, ojo con dejarte llevar por la idea de que todas las personas lo hacen igual, o debieran sentir lo mismo con idénticas prácticas. Falso. Cada uno tiene su propia experiencia sexual, de autoerotismo, de zonas de placer, que conectan su cuerpo con lo que siente, recuerda, vive e imagina. La sexualidad debe comenzar por un acto "egoísta" de lo que yo disfruto primero.
5. Luego de eso, el autoerotismo es requisito para disfrutar de tener una relación sexual. Porque el sexo requiere soltar, liberarse, perder el control y eso nos hace vulnerables frente a otros. Por lo tanto, si ya sabes lo que te gusta, sabrás que con la persona que escojas puedes compartir y liberarte.
6. Mantengamos activo el conocimiento en lo sexual: lee, escucha, aprende y comparte. Estamos muy atrás en hablar libremente de un tema propio de la vida. El aprendizaje y la práctica sí hacen al maestro, pero también el autoconocimiento y la inteligencia emocional. Sé una entendida en la materia.
7. Finalmente, para las parejas que tienen hijos - sean de la edad que sea - éstos deben quedar fuera de todo acto íntimo, tanto a nivel físico como mental. Por eso es importante buscar la ambientación y momentos adecuados.
Dichos estos puntos, quisiera detenerme en una de las patologías o disfunciones sexuales femeninas más comunes: el vaginismo. Éste se define como una contracción involuntaria de los músculos externos de la vagina, pelvis y muslos en forma de respuesta a la penetración. Lo que habitualmente se contrae bruscamente es el tercio exterior de la vagina, a modo de respuesta refleja, produciendo un malestar intenso que lleva a catalogarlo como un "trastorno por dolor".
Las estadísticas son difíciles de explicar, pues normalmente la mujer lo mantiene en secreto. A veces lo comparte a su pareja, pero en la mayoría de los casos no es entendida por ésta. Por lo mismo, tanto cifras como tiempos de consulta suelen ser poco concluyentes. Sí se sabe que las consultantes demoran en promedio poco más de un año en pedir ayuda y que afecta desde edades muy tempranas, por lo que no es una situación para sentirse anciana.
Muchas veces, durante la consulta ginecológica las mujeres sienten dolor intenso ante la colocación del espéculo y no comentan nada por vergüenza, porque "qué pensará el doctor" o bien ya que se les ha dicho que está todo bien, normal y sólo les falta relajarse. La verdad es que cuando esta disfunción existe, requiere un tratamiento bien planteado y multidisciplinario.
Cuando ya el ciclo de dolor se va haciendo cada vez más intenso, aparece un conjunto de falta de deseo sexual - y lo mal que esto hace sentir - , distanciamiento y finalmente quiebres de pareja, porque el hombre se espanta. Por eso, si reconoces estos síntomas, es importante puedas pedir ayuda.
El tratamiento bien hecho es principalmente psicológico, con muy buen resultado si las personas se comprometen con las tareas asignadas. Es un trabajo conjunto entre un terapeuta sexual, un ginecólogo e idealmente un kinesiólogo, que ayude a entrenar la musculatura sexual de modo de corregir esta disfunción. El tratamiento completo podría durar más o menos tres meses, con una satisfacción y alivio enorme de la sintomatología.
Así que les invito a observar cómo se han sentido respecto a su sexualidad, poniendo atención a los síntomas del vaginismo. No sientan vergüenza ni preocupación, ya que es una patología más común de lo que piensan y un buen tratamiento siempre es efectivo.