Por mucho tiempo, la "primera vez" femenina se trató básicamente de la ruptura del himen. Con el paso del tiempo - y el reconocimiento de la igualdad entre todos los géneros - el feminismo abrió una puerta a la re-definición de conceptos, librando a la mujer de estereotipos y paradigmas. De esta misma forma, perder la virginidad pasó de un proceso físico a uno mental, integrado por los sentimientos, pensamientos y todo tipo de factores.
Es así como cada vez menos mujeres se complican buscando una "primera vez" entre sus recuerdos y sólo seleccionan el encuentro sexual más importante sensorialmente como un punto de antes y después. No obstante, el goce pleno de este encuentro íntimo tal vez no tenga mucha relación con el amor que tengas hacia tu pareja sexual, sino que el amor y aceptación que tienes respecto a ti misma.
Disfrutar de una relación sexual no se trata de auto-presionarse para tener un orgasmo rápido (aunque lo logres) o que tu pareja crea que eres "buena en la cama", sino que de poder armonizar cada aspecto de ti (cuerpo, espíritu y mente) para disfrutar con sinceridad y plenitud. Es quererse, para poder querer.
En contexto con los párrafos anteriores, para muchas personas, cuando realmente se aman a sí mismos, recién ahí pueden lograr amar a otros y entregarse, uniendo esta entrega con la recepción, en un proceso equitativo.
Cabe señalar que lo anterior tampoco tiene relación con la edad ni la experiencia de cada mujer, sino que se relaciona con un proceso de crecimiento personal que no tiene tiempo definido y que puede expandirse a distintas aristas con el tiempo. Y tú, ¿qué piensas?