Alrededor de los seis meses, los bebés comienzan a experimentar la aparición de sus primeros dientes de leche, proceso que - en la mayoría de los casos - les provoca una serie de molestias. Éstas pueden extenderse hasta completar su dentición, aproximadamente a los dos años de edad.
Los especialistas insisten que la salida de los dientes es una etapa tediosa, pero natural, y que inevitablemente causará más de algún dolor de cabeza tanto a los bebés como a los padres. “En cuanto a la cronología de la erupción de la dentadura de leche, el primer grupo dental en aparecer son los incisivos, que comienzan a manifestarse alrededor de los seis meses. En este periodo es normal que las encías del bebé enrojezcan, se hinchen e inflamen, causándole mucho dolor, molestia e irritación”, señala la doctora Consuelo Santibáñez, cirujano dentista del Centro Médico Vidaintegra Apoquindo.
Entre los síntomas habituales que puede presentar un bebé en esta etapa, están los cambios de comportamientos, como llantos frecuentes, irritabilidad, ansiedad, aumento de babeo y dificultades para comer o succionar la leche. Éstos se generan en mayor medida cuando la inflamación de la encía aumenta y el borde del diente se aproxima a la superficie. “Habitualmente la aparición del primer diente es lo que causa mayor malestar: el bebé se siente incómodo y se puede volver irritable, pero el dolor y los síntomas de la dentición varían de niño a niño” manifiesta la dentista.
Aliviar el dolor
La doctora Santibáñez, como primera medida para atenuar las molestias, recomienda objetos diseñados especialmente para que el bebé muerda en el período de erupción de las piezas dentarias. “Los mordedores de goma o silicona resultan muy útiles, ya que estimulan el crecimiento y alivian las molestias, sobre todo aquellos que poseen ranuras porque causan fricción”, y agrega que los mejores “son aquellos que se pueden enfriar en el refrigerador, ya que el frío tiene un efecto antinflamatorio y vasoconstrictor, de gran alivio para los niños. Pero ojo, no hay que congelarlos” apunta la profesional. Asimismo, sostiene que después de cada uso, el mordedor debe ser lavado para evitar posibles infecciones intestinales en los bebés.
Otra alternativa que tienen los padres es “masajear las encías del bebé con el dedo índice, obviamente teniendo las manos muy bien lavadas. Podemos sumergir un dedo en agua fría y frotar sus encías para aliviarle las molestias” añade la odontóloga.
Por otra parte, la profesional advierte que no es recomendable aplicar gel para encías o soluciones tópicas. “Está prohibido usar cualquier anestésico, porque los bebés pueden tragárselos y se pueden ahogar”, y hace hincapié en que “no se puede usar ningún producto que contenga benzocaína ni lidocaína, que todo el mundo la tiene a mano con el fin de aliviar dolores de úlceras bucales. Está completamente prohibido su uso en los niños. La dentición es un proceso natural, por lo que no se recomienda el uso de ningún medicamento”.
Higiene y cuidado
Otro punto a tener en cuenta para evitar inconvenientes y molestias a tu bebé, es una correcta higiene. “Los padres deben asear la boca del bebé después de amamantar o tomar el biberón, ya sea con una gasa húmeda o un paño limpio. El cepillado se debe iniciar una vez que brotan los primeros dientes, y el cepillo dental debe ser pequeño, de filamentos suaves y puntas redondeadas, sin pasta de dientes, ya que no es recomendable su uso antes de los tres años de edad” recalca la doctora Santibáñez.
Asimismo, infiere que es un gran error por parte de los padres pensar que por ser la dentición de leche no se deben tomar los cuidados necesarios. “Hay que reforzar el concepto de que los dientes de leche son tan importantes como los definitivos. Los padres deben acudir con sus bebés al odontopediatra a partir de los dos años de edad, en el control de niño sano. Es importante anotar las fechas de erupción de los dientes en su carné de control”.
Lo más probable es que las molestias provocadas por el proceso de dentición en tu bebé, sean inevitables. Las recomendaciones de los especialistas apuntan a no desesperarse ante los constantes llantos e irritabilidad de sus hijos, y a consultar frente a cualquier duda. “Lo mejor es preguntar al pediatra y no entrar en la auto-medicación” concluye la doctora Santibáñez.