Elizabeth Taylor es una de las actrices inolvidables del cine clásico hollywoodense. Los más jóvenes la conocemos por su increíble belleza -que incluía unos inusuales ojos "violeta" y una doble corrida de pestañas, mutación genética que jugaba a su favor- y sus numerosos matrimonios (8 para ser exactos). Pero de estos 8 cónyuges, 2 fueron la misma persona: Richard Burton, su co-protagonista en la famosísima Cleopatra, con quien vivió un romance que traspasó la pantalla y dio la vuelta al mundo. Juntos dieron inicio a la "farándula" tal y como la conocemos hoy.
Richard Burton fue su quinto (y sexto) marido. Se conocieron el año 1962, cuando ella tenía 30 años, 4 matrimonios anteriores (el último en curso en ese momento) y 3 hijos. Decir que su amor fue intenso es poco. Como ambos estaban casados al momento de conocerse, al salir su romance a la luz pública fueron bastante criticados, incluso por el Vaticano. Ese escándalo, sumado a posteriores rumores de bisexualidad de Burton, borracheras y cotilleos varios, le hacían un flaco favor a la relación. Sin embargo, con ellos nació el concepto de "celebridad". Parecían disfrutar del estar en boca de todos, ser perseguidos por los primeros "paparazzi" y vivir una vida de lujos, escándalos y ostentación.
Su primer matrimonio fue en 1964, manteniéndose juntos durante 10 años. En el transcurso de ese periodo adoptaron una hija (Maria Burton). Apenas un año y medio después del divorcio, volvieron a casarse - esta vez en Botswana y con mucha fanfarria - pero no alcanzaron a durar un año. A pocos meses de divorciarse por segunda vez de Burton, Taylor se casó con John Warner, con quien no tuvo un matrimonio feliz. Más tarde se casaría con su último marido en el rancho de Neverland, propiedad de su amigo Michael Jackson.
Pero a pesar de que Burton tuvo muchos romances -homo y heterosexuales-, días antes de morir, en 1984, le envió una carta a Liz de la cual poco y nada se sabe. Ella nunca quiso revelar su contenido, pero la tuvo junto a su mesita de noche hasta el día de su muerte, prueba irrefutable de que para ella Burton no fue un romance más. Él solía decir que no se entendían en absoluto, y estaba consciente de haberla tratado mal en más de una oportunidad, pese a lo cual afirmaba que se amaban con locura. Probablemente en aquella carta él le declara por última vez a Liz su amor incondicional, a pesar de no haber congeniado mucho, de sus peleas y divorcios. Un poderoso ejemplo de que el amor de verdad trasciende todo, incluso la afinidad.