Ser la novia de tu pareja - y no su madre - es una línea tan fina y delicada, que sobrepasarla por un centímetro puede dejar consecuencias enormes. Somos nosotras mismas las que permitimos esta confianza, hasta el punto en que nos damos cuenta de la situación y es muy tarde para remediarlo, pues ya nos habremos convertido en sus niñeras.
Mi historia fue así. De a poco comenzamos a confiarnos los problemas personales y familiares. Siempre me mencionó que se crió solo con su madre y que la relación con el resto de su familia era bastante fría.
Ya que respectivamente éramos nuestros primeros amores, la relación era bastante inocente y esperanzadora. Los sentimientos intensos de amor y cariño eran pan de cada día. En ese contexto, se dieron nuevos problemas en su esfera íntima: una operación en su espalda cuando cursaba tercero medio le impidió completar los estudios de ese año. Su familia le reprochaba y poco ayudaba con su reposo.
Llegó un punto donde las cosas no dieron para más. Hubo ciertas cosas que su madre dijo y que causaron a mi novio una fuerte depresión. Paralelo a esta explosión, transcurría nuestra relación, que pronto se vería afectada por esto. Convirtió a mis sentimientos en algo así como su única fuente de amor y apoyo, cerrándose mucho a amistades con otras personas.
Después, esta dependencia a mí se agudizó. Se enfermaba mucho, y me lo comentaba. "No hay nadie en casa y tengo mucha fiebre, es incapacitante", decía mientras yo estaba chateando con él. "No te vayas, quédate esta noche conmigo", me pedía cuando lo iba a ver. Empecé a cuidarlo cuando me lo pedía, quedándome a su lado incluso sin el consentimiento de mis padres.
A medida que la situación seguía este rumbo, lo mal acostumbré a estar siempre ahí, llegando al punto en que cuando tenía algo que hacer, él se enojaba. Decía que "no me preocupaba por él", que "lo dejaba sólo", que "lo decepcionaba". La cosa no era así, menos aún después de todas las veces que viajé por casi dos horas (el transporte público siempre ha sido una lata) porque él "necesitaba mi ayuda".
Como resultado final de ésta experiencia, aprendí que lo estaba malcriando, ya que involuntariamente era yo quien cumplía el rol que debía tener mi suegra. Lo mimaba mucho, lo cuidaba demasiado, sacrificaba mi libertad y mis oportunidades de crecimiento para permitir que él tuviera las suyas. Sus aflicciones para mí eran tan pesadas, que sin darme cuenta yo optaba por hacerme cargo de sus decisiones.
Chicas, es lindo cuando tu pareja es tu todo: amigo, hermano, amante, etc. Puede serlo, pero en cantidades responsables. Nosotras como sus novias los amamos, los regaloneamos, a veces trabajamos por ellos, pero tengan cuidado de llegar al punto de convertirlos en sus hijos. Ustedes son sus compañeras y como tales no son menos ni más que ellos. No dejen que se laven las manos con ustedes. ¡Si se hace todo con moderación, la relación se disfruta mejor estando juntos o separados!