Las palabras que salen de nosotros son una ventana a nuestro interior. Escribirlas da orden a nuestros pensamientos, y sólo así podemos apreciar lo que de verdad sentimos. Es por esto que parte de la labor de quienes escriben consiste en dejarnos ver dentro de ellos mismos, de sus mentes y sentimientos complejos. Muchas veces, estos estados de ánimo pertenecen al lado oscuro del alma humana, por eso se sienten tan cercanos. A continuación, te muestro el trabajo de escritura íntima de 4 escritoras reconocidas, con la intención de que encuentres en sus líneas inspiración para conocerte por medio de tus propias letras.
Anaïs Nin y los conflictos interiores.
La escritora franco−cubana explora en su diario (publicado como El Diario de Anaïs Nin) la violencia que las mujeres infligen en ellas mismas como resultado de sus conflictos internos. Nin contempla cómo puedes combatir la angustia interiorizada al encontrar el significado de las cosas y nutrirte de los estímulos que hallarás en ti misma como resultado.
Sobre esto, escribió: “Ahora sé que las experiencias profundas te conducen a un lugar que está más allá de ti, y te integran a esa vasta red que es el mundo de las experiencias de los otros. Si pones atención a tus emociones más subjetivas e intensas, ellas mismas te conducirán al dominio sobre otras emociones. Eso significa estar completa”.
Sylvia Plath, la vida y la muerte.
El 11 de febrero de 1963, la poeta estadounidense Sylvia Plath se suicidó a la edad de 30 años. Al revisar sus diarios, se descubrió la compleja vida interior de una joven mujer que luchaba por entender el significado de la vida. Plath puede enseñarte la relación entre el presente, la vida y la muerte de la forma más poética posible, de modo que puedas relacionarte con sus líneas y obtener sabiduría para usar en tus propias reflexiones.
Sobre esto escribió: “Para mí, el presente es la eternidad, y la eternidad cambia siempre. Los minutos son la vida. Cuando se van queda la muerte. Pero no puedes empezar de nuevo cada minuto. Debes juzgar el futuro de acuerdo a las cosas que ya han pasado, es decir, que han muerto. Alguna chica hace mil años debió llegar a las mismas conclusiones que yo. Y está muerta ahora. Soy el presente, pero sé muy bien que, también, he de pasar”.
Clarice Lispector y el instante.
Clarice Lispector fue una de las más importantes escritoras brasileñas del siglo XX. La idea que la obsesionaba era qué tanto las mujeres se conocen a sí mismas. Pensaba que la única manera que una mujer tiene para conocerse, aparte de mirarse en el espejo, es escribiendo sus pensamientos y vivencias en el instante en que ocurren. Por esto es que se le ha reconocido como una de las mayores exponentes en el arte de llevar un diario.
Sobre esto escribió: “El tema de mi vida es el instante. Trato de estar a mano con el instante. Me veo a mí misma abandonada, solitaria, tirada en una celda sin dimensiones. Lo único a lo que me entrego completamente es a la vida que nace de capturar en mi libreta un momento en el tiempo, y crezco con ello. Sólo esa colección de segundos, en el tiempo mismo, es capaz de contenerme”.
Alejandra Pizarnik y la soledad.
Los temas recurrentes en la obra de Pizarnik, el silencio y la soledad, se encuentran también en su escritura íntima. En sus diarios hallarás vivencias dolorosas con las que la escritora tuvo que lidiar. Será fácil para ti relacionarte con los poemas y textos de esta autora argentina, pues seguramente en algún momento también has sentido que todos te han abandonado en una situación difícil de llevar.
Sobre esto escribió: “Me siento sola. Como en una tierra que es la mía y donde al mismo tiempo soy una visitante. Que se me considere una mujer argentina es absurdo. La soledad y la muerte son sinónimos. Las cosas no ocultan nada, las cosas son cosas, y si alguien se acerca ahora, y me dice "al pan pan y al vino vino" me pondré a aullar y a darme de cabeza contra cada pared infame y sorda de este mundo”.
Si estás pasando por un momento emocional difícil, te recomiendo empezar tu propio diario. Hazlo tu espacio. Un objeto que contenga tu intimidad, al que nadie más que tú tenga acceso. Ya sea un pensamiento súbito, una carta para alguien que jamás va a leerla, o una enumeración de tus movimientos diarios, te sentirás mejor al respecto después de ponerlo sobre papel.