Porque gracias al cielo no soy un total desastre con los hombres, y no todo lo malo me pasa a mí, esta es la historia de lo que le pasó a mi amiga checa, Kat.
Kat y yo nos conocimos en un intercambio cuando teníamos 16, es de la República Checa, tauro y ha vivido en Praga toda su vida. Nos hicimos amigas básicamente porque éramos extranjeras, y podíamos hablar en inglés (un idioma conocido), mientras aprendíamos francés.
Después del intercambio seguimos siendo amigas, y cuando se inventó Facebook, cambiamos los mails por mensajes en los muros y pudimos enterarnos más de la vida de la otra.
En algún momento yo empecé una larga relación y ella también. La mía terminó, pero la de ella continuó. Veía fotos de ella con su pololo, luego fotos de ella con su pololo en grupo de amigos (pero muy alejados el uno del otro), hasta que de pronto su relación pareció desaparecer, aunque se seguía viendo soltera y feliz.
Como no hablábamos mucho ni muy seguido (en parte por la diferencia horaria y porque ella empezó a trabajar en una gran empresa mientras sacaba su Magíster), pasó casi un año hasta que me contó que iba a estar en América del Sur, y pretendía venir a verme a Chile.
Estuvo en Santiago literalmente 24 horas, pero fueron suficientes para que me contara su historia.
Partió preguntándome si había visto fotos de ella en Tailandia con una amiga. Le dije que sí, porque nadie se olvida de la foto de una amiga montada en un elefante, sobre todo cuando sabes que está soltera y feliz. Me dijo que ese viaje lo hizo con una niña que había recién conocido, pero que ahora son mejores amigas.
Me quedé un poco confundida y le pedí que me explicara.
Me contó que ya pasado el tercer año de relación con su pololo, ella se dio cuenta de que pasaba algo raro. Ya no estaba tan cariñoso, o estaba demasiado cariñoso; nunca la llamaba o pasaba una semana prácticamente acosándola. Empezó a revisar el Facebook y el mail del susodicho; y Kat me aseguró que jamás lo había hecho, pero que necesitaba urgentemente confirmar sus sospechas de que la estaban engañando.
No se demoró en dar con mails MUY subidos de tono, de su pololo a otra niña.
Pero en vez de hacerle una escena, tomó el e-mail de la niña en cuestion ("la otra") y le explicó la situación. Se juntaron a tomar un café para hablar del desgraciado aquel, sin entender por qué no simplemente elegía a una de las dos.
Decidieron ir juntas a esperarlo a la salida del trabajo y terminar con él al mismo tiempo. El hombre hizo una escena vergonzosa, las acusó de unirse en su contra, y amenazando con suicidarse si no se quedaba con al menos una de ellas.
Kat entonces se larga a reír contándome la historia, ya que lo siguiente que hizo con su nueva amiga, fue comprar pasajes a Tailandia a pasar el mal rato. Ahora son mejores amigas, solteras y felices.