Cuando se piensa en el término de una relación, solemos pensar en conceptos como fracaso, poca seriedad y otras que constituyen juicios claramente negativos y que no son cercanos a la realidad. Es muy difícil enfrentar ciertos cánones de la sociedad, costumbres arraigadas y la configuración perfecta de la familia ideal.
Cuando decidí separarme, luego de 25 años de vida en pareja, con dos hijos y un matrimonio sin mayores complicaciones y con ausencia absoluta de terceras personas, sentí que me había sacado una gran mochila de la espalda, después de vivir una mentira los últimos 10 años... ¿qué sucedió con el amor? De verdad, no puedo explicarlo, se fue la pasión, la tolerancia, el compromiso, la motivación; me ganó el tedio, la rutina, la melancolía, el silencio y la frustración; un día desperté y cuando miré al hombre que estaba a mi lado me dí cuenta que ya no sentía nada, sólo quedaba cariño y una profunda amistad.
Una determinación así tiene sus costos, por una parte, la crítica social tras haber abandonado una vida tranquila, segura al lado de un hombre (macho protector) y con cierta estabilidad económica; sin embargo, para mi es y seguirá siendo muy importante, la búsqueda de la felicidad y la satisfacción personal, con mis hijos ya grandes (29 y 24), se presentaba el momento propicio, debía velar por mi bienestar; debía seguir soltera y feliz...
Después de tantos años en pareja, se me había olvidado el individualismo, sobretodo porque uno es madre y luego esposa; y , al verme viviendo sola comencé nuevamente a conocerme en esta nueva etapa, donde todo el día sólo era para mi... algunas de las preguntas que en la soledad de mi habitación me hice y me ayudaron a reconstruir mi vida fueron las siguientes:
¿Qué me gusta hacer?: Como en antaño, tomé un cuaderno e hice un listado de todas mis preferencias, lo más extenso y detallista posible; posteriormente lo ordené de manera que el número 1 fuera la primera prioridad y el número 20 (a elección) fuera la última. Esta estrategia permitiría ordenar y clasificar mis gustos.
¿Qué me gusta comer? Al igual que la pregunta anterior, hice un listado de mis preferencias, varios días acudí al supermercado y me paseaba por diferentes pasillos (lácteos, abarrotes, masas, panadería, carnes, pescados, confites, frutas, verduras,etc). También consideré que, cada una de las cosas que me gustaría comer, tendría que prepararlas, por lo tanto también el grado de dificultad en su preparación influyó en mi decisión; pues, nunca he sido una buena cocinera.
¿Cómo me gustaría decorar la casa? Revisé muchas revistas de vivienda y decoración, fui a tiendas del ramo, observé la casa de mis amistades, fui a vitrinear mueblerías y de acuerdo a mi presupuesto, comencé a armar mi casa a mi gusto y comodidad.
¿Qué jardín me gustaría tener? Visité invernaderos, jardinerías y tiendas del ramo; me hice asesorar por expertos y seleccioné un jardín sencillo de acuerdo al clima de mi ciudad.
¿Qué ejercicios me gustaría practicar? Siempre me gustó hacer deporte, preferentemente nadar; me inscribí en un gimnasio donde existían varias alternativas; poco a poco fui rotando por variados ejercicios con diferentes ritmos de trabajo y rutinas y finalmente adecúe un horario y un tipo de ejercicio ideal para mis necesidades.
¿En qué actividades sociales me gustaría participar? No es tanto lo que anhelaba salir; necesitaba introspección; sin embargo, muy importante fue en lo personal decir NO; prefiero no asistir, tengo otra cosa que hacer o simplemente, hoy me gustaría quedarme en mi casa. Es esencial, en este contexto, hacer lo que uno realmente desea y más aún compartir con la gente que uno seleccione y elija, no aceptar imposiciones ni citas obligadas.
Todo lo anterior, que obviamente está descrito en unas cuantas frases, es un proceso de largos meses y muchas veces años; ya que, lo imprescindible para sentirse absolutamente completa, es darse el tiempo necesario para meditar cada una de las decisiones, con la intención de fortalecer las debilidades personales y motivar la esperanza en un nuevo comienzo.
Durante un buen tiempo, la única rutina que prevalecía era mi trabajo, reduje mis actividades sociales y me dediqué a escribir, jardinear, decorar, ir al gimnasio, descansar, dormir, mirar TV, leer e ir al supermercado para comprar golosinas que solo me gustaban a mi y que por cierto, hace varios años había dejado de probar.
Es difícil en un primer periodo, acostumbrarse a pensar sólo en uno y sobretodo, vivir sola por primera vez; mis hijos ya estaban grandes y no vivían conmigo y, muchas veces, sucedió que me demoraba más rato del habitual en el supermercado, tratando de recordar con que alimentos disfrutaba cuando era soltera y que golosinas solía degustar...la premisa siempre era seguir soltera y feliz.
Nunca pensé en otra persona o compañía, me bastaba conmigo y poco a poco fui ordenando mis preferencias y priorizando actividades. Me dediqué al autocuidado, a la conversación y al descanso; hoy puedo decir que tras varios años de soledad, soy una persona completa, una madre que comparte mucho más que antes con sus hijos, con una reducida pero incomparable red de amigos y amigas, con moderadas actividades sociales, con un nuevo estilo de vida sin horarios ni explicaciones, con un nuevo look; de verdad...estoy tan bien así que quiero seguir soltera y feliz....
¡Anímate a perseguir tus sueños y pon toda tu fe y voluntad en ellos, con cariño, dedicación y amor, siempre se puede!