Para mí, Jon Hamm es el hombre más mino de la tierra y punto. No sólo es terriblemente lindo y masculino (una palabra que odio, pero que lo representa muy bien) sino que además es seco, esforzado y divertido. O sea, perfecto.
Previamente a Mad Men el pobre Jon lo pasó pésimo. Antes de decidirse por la actuación y cambiarse a vivir a Los Angeles, fue profesor de octavo básico -tierno-, influenciado por sus propios profes, quienes lo cuidaron al morir su mamá, cuando sólo tenía 10 años. Cuando finalmente dejó su pega para ser actor, estuvo muchos años de casting en casting, trabajando de mesero en algunos restaurantes, sin que nadie le diera una gran oportunidad, ya que sólo obtuvo papeles menores en películas harto fomes. Las cosas comenzaron a cambiar cuando justo antes de cumplir su plazo -se había prometido que al cumplir los 30 años, dejaría la actuación sino encontraba un trabajo bueno- se ganó un papel en la serie Providence y en la película de Clint Eastwood, Space Cowboys, lo cual le permitió dejar su pega como mesero.
Pero el 2007 recibió su gran oportunidad cuando obtuvo el rol del publicista Don Draper, el personaje central en la exitosa serie Mad Men, lo que le ha permitido estar en varias películas, como The Town, dirigida por Ben Affleck (que se estrena este 28 de octubre en Chile), además de un rol en la serie 30 rock, donde fue el novio de Liz Lemon por algunos capítulos, e incluso prestó su voz para un personaje en Los Simpson, siempre un síntoma de popularidad innegable.