¿A quién no le ha pasado? Conoces a un chico guapo, soltero, y comienzas una relación. Al poco tiempo, empieza a aparecer la ex de vez en cuando, en una que otra inocente conversación. Le preguntas cuánto tiempo estuvieron juntos, y porqué terminaron. Le preguntas también si siguen en contacto y esperas, de todo corazón, que se ¡odien a muerte!
Pero vamos, que ya somos personas grandes y maduras. Así que no, no se odian. De hecho… ¡aún se tienen en Facebook! Todo un fastidio, ¿verdad?. Entonces nos pica el bichito de la curiosidad, y queremos (necesitamos, ¡debemos!) saber todo (¡TODO!) sobre la ex de nuestro galán.
Y es que creo firmemente que cada una de nosotras tiene una pequeña stalker en su interior y que, cuando llega el momento, somos mil veces mejores que un detective privado. A veces esta grandiosa habilidad nos trae enormes beneficios (como encontrar el Facebook de aquel chico que sólo viste una vez y del cual sólo sabías su nombre) pero, también, ¡nos puede jugar una mala pasada!
Entonces comenzamos nuestra búsqueda. Cuando nuestros sentimientos comienzan a crecer por la otra persona, es natural querer saber sobre aquellos que forman (y formaron) parte de su vida. Especialmente, por aquella chica de la que estuvo enamorado. ¿Será más linda que yo? ¿Será más simpática? ¿Qué era lo que le veía? ¿Y cómo la trataba? ¿¡Por qué aún tiene esa foto donde se están besando!?
La investigación de “la” ex la he hecho varias veces ya. En algunas ocasiones termino muy satisfecha, pues la chica en cuestión no es ni tan linda, ni tan simpática, ni tan interesante. Me siento, por así decirlo, “tranquila”: no es competencia para mí. Pero hay ocasiones, terribles ocasiones, en que la ex de mi galán resulta ser una completa maravilla: linda cara, flaquita pero con pechugas, con mil amigos, mil panoramas, y una actitud de mujer segura que cualquiera se la envidia.
Y ahí llega la depresión. Y es que en una hipotética pelea por nuestro príncipe azul (que no es ni tan príncipe, ni tan azul) perderemos por un terrible knock out. Llegado este punto, tenemos varias opciones. La que yo más prefiero es tomar esta situación como una “llamada a despertar”: tomo aquellas cosas que más me gustaron (envidié mortalmente) de la ex en cuestión e intento aplicarlas en mi vida. Así, por ejemplo, si la chica tiene mil amigos, comienzo a retomar todas aquellas amistades que tenía abandonadas. O si la chica se la pasa trotando y tiene una voluntad de acero, decido almorzar una rica y nutritiva ensalada (algo es algo).
Y a ti, ¿te dan ganas de saber todo sobre su ex?