Irónicamente, el viernes en la tarde un grupo de compañeros de trabajo y yo, “pedíamos terremoto”. Llevábamos varios días planeando juntarnos para preparar los litros que fueran necesarios de aquella fatal mezcla: vino blanco, helado y ron. Una maravilla… Terremoto queríamos y terremoto tuvimos.
Cuando vi que mi dosis ya había sido superada por algo así como un vaso gigante, me fui a mi casa, según yo, a dormir más que un oso hormiguero. La cabeza me daba un poco vueltas y caí a la cama como saco de papas.
Sin embargo, como a eso de las 3:30 de la mañana, el fin de semana que tenía planeado, se iría a las pailas, dormir, ver películas, comer rico y simplemente no hacer nada, ¡las pinzas!
Mi cama se empezó a mover y yo no tenía ganas de poner ni un pie afuera, “es sólo un temblor” pensé y nunca me han dado miedo los temblores, hasta ahí. Cuando me di cuenta de que la cosa no paraba y el zumbido subía el volumen, en 0.5 segundos ya estaba parada en la puerta de la pieza abrazada de la Amanda, mi roomate, y su andante, un bombero gigante, al que nunca había visto y apreté como si nos conociéramos de toda la vida.
Las cosas empezaron a volar por el departamento, sentíamos como se caía todo y el edificio se hacía de papel. Pensé en mi familia y me imaginé en el primer piso saliendo de los escombros (luego caché que mi pensamiento fue de lo más optimista, mi amiga estaba segura de que de ésta no nos librábamos). Las luces se apagaron, el agua se cortó, empezamos a llamar insistentemente a todo el mundo y no pude dormir en lo que quedó de noche.
Agradecí infinitamente que todos mis seres más queridos estuvieran bien, que siguiéramos teniendo casa y que esta gran tragedia fuera sólo un gran susto para nosotros. Pero me da demasiada pena ver que muchos de los lugares que conocí y donde alguna vez viví, ya no existan. Que la gente se haya olvidado de la gente. Que algunos chilenos no quieran a otros chilenos y que simplemente ya se hayan olvidado de lo que pasó y lo recuerden casi como una anécdota… Chile es uno solo y así tenemos que levantarlo, entre todos.
Foto: ©2010 Victor Riedemann - http://www.flickr.com/vicheaux