Por SweetLaly
Cada vez falta menos para que empiece el Mundial de Fútbol en Sudáfrica… y una vez más se respira en todas partes esa emoción especial que provoca este evento.
Desde Italia ’90 que veo los mundiales. He visto grandes partidos y a grandes figuras del fútbol internacional pasearse por esas canchas que dan vida a los mágicos encuentros que captan nuestra atención –aunque no te interese el fútbol- y nos reúnen de una u otra forma.
Este año, al igual que en Francia ’98, veremos a nuestra selección dar la pelea por ese anhelado título. Quizás estamos lejos de volver a obtener un 3° lugar como lo fue en el ’62 en Chile, pero sé que los jugadores chilenos no se quedan atrás en cuanto a la pasión y entrega por La Roja.
Es típico que las mujeres no sepamos de fútbol, y cuando una sabe, los hombres te miran con extrañeza. Lo que sucede generalmente es que cuando las mujeres nos sentamos a mirar fútbol, empezamos a contemplar las piernas de los jugadores o a discutir quien es el más guapo. No es común que nos fijemos en cómo juegan o como aportan a sus equipos.
Para el mundial anterior, Alemania 2006, con un grupo de amigas en la universidad nos reuníamos en la cafetería a ver los partidos y los comentarios iban desde si el jugador es lindo o no, hasta decir que juega estupendo y es el motor del equipo. Recuerdo que la mayoría de los comentarios se centraban en Michael Ballack (Alemania), quien se perderá este mundial por estar lesionado; Steven Gerrard (Inglaterra); y Cristiano Ronaldo (Portugal), quienes destacaban por sus destrezas, talento y su buena facha.
A veces se nos unían amigos al grupo y ellos siempre destacaban el trabajo coordinado de la selección Holandesa. Era una gran mesa de comentarios de todo tipo, pero por sobre todo era el momento donde nos reuníamos, estrechábamos lazos, disfrutábamos y compartíamos con una ánimo diferente.