Mi profe, el viejito choro

Arolas Aug 8, 2011
Compartir:

Yo creo que se nos muere en cualquier momento, por eso lo cuidamos y lo visitamos tanto. No es mi abuelo, ni compartimos lazos sanguíneos. Simplemente, tuvimos la suerte de que nos hiciera clases en la universidad. Desde entonces que lo buscamos para escucharlo, porque sus historias de periodista son increíbles y uno quiere un poco empaparse y aprender de las cosas que le han pasado.

Más que profe, a estas alturas este viejito ya es amigo. Poeta y periodista, se ha recorrido el mundo reporteando, una vez fue candidato falso a diputado, otra vez se creó una animita y otra se hizo pasar por argentino durante un día, todo para explorar las reacciones humanas y escribir historias divertidas.

Además, como que las cosas más increíbles le suceden por casualidad. Como cuando lo enviaron a entrevistar a una -en ese entonces- incomprendida Violeta Parra, quien, hospitalizada, le cantó con su guitarra. Sus historias aparecen en medio de una cerveza compartida o en un asado en su casa. Porque este abuelito tiene toda la actitud.

Como sabe que está viejito, constantemente se acerca a nosotros, los más jóvenes, para contarnos su vida y de alguna forma trascender. Nos regala sus libros de poemas, nos muestra los periódicos en donde publicó sus reportajes. Nosotros lo buscamos de vuelta, porque al oír sus anécdotas dan ganas de escribir un libro con su vida.

Cuando miro al profe, quisiera que fuera mi abuelo, porque el que tengo vivo, mi real abuelo, no tiene nada que ver conmigo y sus valores son súper retrógrados y trastocados. Por eso visito a mi profe viejito que ya está jubilado, porque me robo un poco de su vida y juego a que es parte de la mía. Secuestro sus historias y de a poco paso de decir "mi profe", a decir "un amigo". Después de todo, los amigos son la familia que uno elige.