Si existe algo maravilloso y mágico en cada comienzo de año, son las celebraciones previas. ¡Me encantan los fuegos artificiales y la alegría que se vive por cada rincón!. Y si a esto le sumamos la maravilla de estar junto al mar, la celebración se vuelve inolvidable.
Además, el aire y el ritmo de la vida en Valparaíso son distintos. Todo es más relajado, y el aire de mar sin duda ayuda a generar vibras más positivas. Tal vez sea porque nuestro cuerpo está compuesto en un 40% de agua, y sentirse tan cerca de ella aquieta nuestro sistema, ¿quién sabe?
Tengo recuerdos difusos de haber pasado - siendo pequeña - un Año Nuevo en el mar y la impresión fue grande. Es sorprendente y majestuoso ver los fuegos sobre el mar, el reflejo que se genera en las aguas, los gritos de la gente.
Ya más grande he vuelto a ir y conocí la otra parte, ¡la del carrete sin fin! Y es que si ya en Año Nuevo es normal que todos se saluden en la calle y que nos llenemos de buenos deseos de extraños, por los cerros de Valparaíso esto se multiplica. Para empezar, uno se hace de amigos esperando el festival pirotécnico desde los distintos miradores, establecidos o no (el 31 cualquier lugar con vista al mar se transforma en mirador). Y al anunciar las doce el sonido de los buques, se eriza la piel y se da una agradable complicidad entre los presentes. En el puerto todo es una fiesta, cada plaza, cada lugar.
Por eso, iniciar el año en Valpo es la primera cosa ¡increíble! que nos ofrece el naciente año. ¿Ustedes dónde lo esperaron?
Foto CC Vía Dave_B_