Por una comunicación más responsable, ¡stop a la falsa alarma pública!

Pamela Rodríguez Apr 4, 2014
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A comienzos de 2013, nos impactó conocer la terrible muerte del lactante Jesús Guerra en manos de sus padres. Sí, los mismos que - se suponía - debían acogerlo y cuidarlo con amor. El pequeño alcanzó a vivir tan sólo 2 días cuando fue cruelmente asesinado por la secta liderada por su progenitor, auto-nombrado “Antares de la Luz”. ¿El motivo? Salvar al mundo del apocalipsis traído por “el anticristo”, tenebrosa figura que correspondería justamente al infortunado menor.

El delirio de este grupo pseudo religioso fue vigorosamente alimentado por los medios de comunicación, quienes - en un afán sensacionalista - prestaron amplia cobertura al supuesto “fin del mundo” que tendría lugar el 21 de diciembre de 2012 (justo un mes después del horrible homicidio del pequeño). Lo peor fue que por ese entonces, lejos de poner “paños fríos” al asunto, se dio generosa difusión a diversos personajes que se encargaron de sembrar el pánico y la incertidumbre, todo avalado por el silencio cómplice de los conductores de programas televisivos o los periodistas, cuya función está lejos de “desinformar” de la manera en que se hizo.

Hoy repetimos tristemente la historia con el lamentable deceso de una lactante de seis días, tras pasar la noche a la intemperie con su familia. ¿Por qué? Nuevamente, gracias a una irresponsable información que circuló por Internet, anunciando un mega-terremoto en la zona norte. El eco que hizo esta noticia en la población de aquellos lares se fundamenta ampliamente si consideramos los delicados acontecimientos que han tenido lugar los últimos días, que los tienen muy vulnerables. Todo, mientras algunos canales aún brindan cobertura a ciertos personajes que anuncian cataclismos con verdadero éxtasis y sin ningún pudor. ¿Fundamentos? Ninguno que la ciencia avale.

La pregunta es, ¿cuántas muertes más tenemos que lamentar antes de que los medios de comunicación tomen conciencia de la importancia de su rol social y actúen en consecuencia? ¿hasta cuándo se prestará cobertura a falsos “profetas” que anticipen desgracias con consecuencias nefastas? ¿Cuántas veces seremos víctimas del terror psicológico que siembran impunemente estos personajes? A título personal, pido a mis colegas un poco menos de sensacionalismo y mayor responsabilidad con la hermosa labor de comunicar.

Por último, cabe señalar que la legislación chilena sanciona el delito de falsa alarma pública con reclusión menor en cualquiera de sus grados y multas de 11 a 20 sueldos vitales (Art. 268 bis del Código Penal). Actualmente, se encuentra en la comisión de Constitución del Senado un proyecto de ley que castiga los mismos actos con mayores penas. Eso, al menos a mí me parece fantástico, a fin de controlar de manera efectiva la infopolución que también circula en las redes sociales. No sé si concuerdan conmigo, pero creo que una cosa es la libertad de expresión (que todos defendemos) y otra muy distinta es el libertinaje. No queremos lamentar más desgracias provocadas por el manejo irresponsable de algo tan fundamental como son las comunicaciones. ¡Digamos basta, desarrollemos pensamiento crítico y no demos crédito ciego a estas peligrosas “pseudo-informaciones”!

Foto CC vía Flickr