Comienza el verano y los días soleados me están afectando de una manera súper positiva, todo lo encuentro más bello, el cielo, las flores y por sobre todo a mi novio que cada día está más guapo.
Pero tal vez el producto de mi felicidad no es sólo el sol. Tengo un trabajo que me gusta, un departamento en una ubicación exquisita, una familia que me apoya y una relación estable y saludable desde hace una año y medio.
El otro día estábamos tomando una copa de vino en mi departamento, me mira fijamente a los ojos y me dice: “Bueno, sabes que realmente soy muy feliz contigo y quiero que nos vayamos a vivir juntos”.
Quedé helada, pero no porque no quiera que compartamos un hogar, sino porque no me lo esperaba para nada. Y quizás las cosas más importantes en la vida suceden así, te golpean en la cara, pero en esta ocasión el golpe era de amor.
Mientras él me miraba con la sonrisa más grande que le haya visto, pensé: claro que lo amo y sería feliz viviendo con él, pero tampoco llevamos tanto tiempo juntos para estar realmente segura que renunciaría a mi independencia, a mi espacio que tanto tiempo me demoré en construir, que tengo 26 años y no sé si estoy lista para pasar al siguiente nivel. Lo que menos quiero es que nuestra relación se transforme en una rutina que con el pasar del tiempo nos termine aburriendo.
La otra cara de la moneda es que cuando pensaba todas esas cosas miraba su cara, las ganas que él tiene de vivir conmigo y que en verdad lo que me detiene de decirle un sí impulsivo son mis temores de que todo se pueda arruinar, y mi respuesta del momento fue: déjame pensarlo.
Tengo dos amigas que se fueron a vivir con sus novios: una quedó embarazada, ya no viven juntos y terminan y vuelven como quién se ducha; y la otra, terminó peleada y se fue a vivir conmigo hace un par de años.
Lo que sí sé es que a su lado soy una persona feliz y plena. Quizás debería ser suficientemente valiente y tirarme a la piscina y empezar el 2010 de una manera distinta, además depende de nosotros que la relación no se transforme en una fome rutina.
Y ¿Ustedes creen que me debería ir a vivir con él? ¿Cuánto tiempo de relación encuentran que es suficiente para dar ese paso? ¿Cuáles serían los beneficios?
Imagen: Victor Riedemann G. [email protected] http://www.flickr.com/vicheaux