Cuando somos chicas -no sé si por culpa de los cuentos de hadas o por la presión que indirectamente recibimos de nuestro entorno- soñamos con el príncipe azul, con conocer a ese hombre perfecto, que se complemente con nosotras, con el cual podamos formar una familia. Pero, a medida que vamos creciendo, maduramos y nos vamos dando cuenta que casarse no es lo primordial. Queremos desarrollarnos profesionalmente, viajar, carretear, conocer gente y sí, tener una pareja, pero no pensando solamente en que terminará llevándonos al altar.
Hoy en día hay muchas posturas frente al matrimonio. A varias mujeres les aterra la idea de casarse, ya que al dar este paso se deben asumir una gran cantidad de responsabilidades para las que quizás no están preparadas.
Hay otras que simplemente no ven el matrimonio como una opción. Prefieren sólo convivir con sus parejas y tal vez algún día llegar a formar una familia, pero sin tener que pasar por la lata que significan los preparativos. El acto del matrimonio representa para ellas un trámite banal y poco significativo.
Existen también aquellas que sueñan con la boda perfecta, partiendo con el día en que se comprometen, el cual debe incluir una sorpresa y por supuesto la mítica “roca”. Ellas sólo piensan en lucirse frente a más de 500 invitados, los que deben recordar ese día por siempre. Una hermosa iglesia, una lujosa limosina, un carísimo y gigantesco vestido, una exquisita comida... en fin una FIESTA MAGNÍFICA.
Hay otras que prefieren la simpleza, un casamiento íntimo por el civil, sólo con la familia y amigos. Y también aquellas que lo ven como un simple trámite y lo realizan en el fondo por “cumplir”.
Y a ti… ¿Te gustaría casarte? ¿Cómo te gustaría que fuera tu matrimonio?